En fin, mi pacifismo está fuera de toda duda.
Por lo cual resulta, a primera vista, totalmente
contradictoria mi fascinación por los uniformes.
Voy a hacer una aclaración desde ya. Me gustan, me encantan
(a qué voy a andarme con chiquitas) los uniformados de la ficción. Los que me
he cruzado en la vida real no han tenido, ni de lejos, ese efecto… salvo alguna
honrosa excepción pero, aclaro, yo era muy joven y él no tenía puesto el
uniforme cuando estaba conmigo: nos veíamos en fiestas, y él siempre estaba “de
civil”. Así que en esta nota vamos a hablar de lo que nos ocupa habitualmente en este blog:
chongos fílmico-literarios pero, esta
vez en particular, pertenecientes a alguna fuerza armada.
Tengo la teoría que los uniformes, sobre todo si son
antiguos, le sientan muy bien prácticamente a cualquier muchacho. Tómese
cualquier individuo y hágase la prueba de poner, una junto a la otra, una foto corriente y otra, por ejemplo, con el traje de la marina británica de las épocas
napoleónicas, y apréciense los resultados. Para muestra, basta un botón… o dos,
o tres: ya que estamos, pasemos revista a este trío de tenientes de las
películas Mutiny y Retribution, de la serie Hornblower…
Jamie Bamber, con uniforme es Archie Kennedy (mi yerno en el universo paralelo... ¿se acuerdan?)
Paul MacGann, interpretando al Tte. Bush, reivindica un apellido deplorable
Es cierto, prefiero los trajes antiguos. Pero hay gente a la
cual hasta el equipo de fajina del ejército contemporáneo le sienta bien…
incluso si el corte de pelo lo torna irreconocible, como es el caso de don Nico
en La Caída del Halcón Negro.
Si no me equivoco, el mismo Nik dijo que hasta su madre lo había confundido con otro en esta peli... Fuente de la imagen: http://julieannthomas.blogspot.com
Aunque, hablando de don Nico, lo que le queda regio a él es
otro “uniforme”… digamos, el traje de guardia real…
Y mirá que en ese momento lo consideraba un soberano hijo de mala madre... pero igual. Fuente de la imagen: www.screened.com
¿No nos estaremos yendo de tema?
La verdad es que anduve dándole vueltas al asunto, y he
terminado por caer en una conclusión un tanto preocupante. En el fondo, no es
la ropa. Es la actitud. Lo que me gusta… son los guerreros. Sí, pacifista y
todo, pero cuando hago la lista de los personajes que me conmueven, resulta que
son todos militares o guerrilleros. Mi madre… y sí, nunca mejor dicho, MI
MADRE, con su fascinación por el Ché Guevara… ese también era un guerrero…
parece que lo que se hereda no se roba.
Fiel a mi vocación de científico social, tuve que comprobar
el caso. Fíjense lo que me pasó con Lost (ya
se viene post sobre la primera temporada en retrospectiva, ténganme paciencia…).
Me recomendaron la serie desde múltiples lugares. Muchísima gente, y muy
diferente entre sí, me dijo que no me la podía perder. Y bueno, hice caso y la
encaré. Y… ¿qué personaje masculino me llamó la atención, así, de entrada
nomás? Muchos hacían sus apuestas por Jack, el médico altruista y considerado
con madera de líder. Otros temieron que, habida cuenta mi caída en terrenos de
la rubiola, pudiera considerar a Sawyer, el descarado y aparentemente indolente
que, en el fondo, sólo es así por el dolor que sufre. Pero no… pero no…
sumemos, a la Guivi le gustan morochos, le gustan más si tienen un toque “extraño”…
le gustan guerreros… y sí, el número puesto era Sayid.
El morocho tiene toda la pinta... Imagen de www.graphicshunt.com
Y sí, me conmovió el iraquí, sufrí como loca con su recaída
en las maniobras propias del “grupo de tareas” (ese es otro dilema moral… ¿le
puedo perdonar que haya sido torturador? En el mundo real, lo dudo… pero es
ficción, por suerte, es ficción…). Y eso que en la serie ya no aparece de
uniforme, salvo en algún flashback. Lo cual viene a corroborar mi sospecha…
La verdad, no era necesario darle tantas vueltas al asunto.
Teníamos otro ejemplo a la mano. ¿Acaso Miles Matheson no es un guerrero en
toda la regla? Y bueno, si ya es sabido que me desarmó de entrada…
Ah, llegamos al punto en que me pongo a decir incoherencias...
Con el uniforme de la Milicia... pero eso es lo último de lo cual me apercibo, en esta foto...
Hablando de Billy… no conozco ningún rol en el cual se haya
calzado un uniforme antiguo. Sí lo he visto de policía, pero ese es un
traje que, para mí, carece de glamour. Me encantaría encontrarlo disfrazado de prócer, jeje… (La foto es de Untraceable, y aparece en: www.wou.edu)
Pero, por ahora,
es un gran consuelo que le haya tocado encarnar al único tipo de uniformado que
se mantiene fuera de todo cuestionamiento: el bombero. (La foto es de Brigada 49)
Pero volviendo al tema, este gusto mío por los guerreros
tiene que explicarse de alguna forma. Me han dicho que puede ser, simplemente,
la atracción del opuesto: a mi pacifismo inveterado le fascina el tipo recio.
Puede ser, aunque me parece que la cosa es un poquito más complicada.
Siempre fui una persona muy independiente. Por diferentes
razones, he tenido que arreglármelas sola y nunca me detuve a esperar que alguien
cuidara de mí. Más bien, me ha tocado ser yo la que cuida de los otros. Hasta profesionalmente,
me toca velar por los demás, por los que están en una situación de debilidad o
inferioridad. Incluso en mis relaciones de amistad, por lo general soy el pilar
donde los otros pueden recostarse, y me gusta ese rol.
Entonces… puede ser que mis fantasías con “el guerrero”
tengan que ver con la necesidad de, por lo menos de vez en cuando, estar en el
lugar del protegido, no del protector. Poder dejar de pensar un momento, y que
sea otro el que decida, el que me lleve… en fin. ¿Será eso?
En el fondo, no importa tanto… ¿o sí?