domingo, 29 de septiembre de 2013

Revolution 2x01: "Born in the U.S.A.", o sobre llovido...

Volvió Revolution. El 25 de septiembre fue emitido en los Estados Unidos el capítulo 1 de la Segunda Temporada, llamado "Born in the U.S.A.". Y la situación amerita nuestro subtítulo de "sobre llovido, mojado". Estamos en presencia de una ficción post - post - apocalíptica: a los males derivados del apagón (léase, el desmembramiento de la Unión y la instauración de los regímenes dictatoriales al estilo de Monroe) se le han sumado las consecuencias del colapso de ese orden post-catastrófico. La organización conseguida a lo largo de los 15 años que sucedieron al momento en que se apagaron las luces (organización a palos, pero en fin...) se ha venido abajo como consecuencia del ataque nuclear sufrido por Philadelphia y Atlanta. La Milicia ha entrado en crisis con la pérdida de su líder. Si existía en la Costa Este un remedo de sistema político, éste ha desaparecido con el episodio misilístico.

Como de costumbre, quiero aclarar que esta no es una reseña, sino un punteo de los comentarios y dudas que me ha generado este muy esperado retorno. Y, como siempre, dejar sentado desde ahora que hay spoilers. Si no viste el capítulo y no quieres perderte las sorpresas, no sigas leyéndome...

1) De los vínculos.
Sigo notando, con gran alegría y alivio por mi parte, que en la base de esta ficción se encuentra un análisis sobre la complejidad de los lazos familiares. En este primer episodio hemos podido considerar la diversidad que puede esconderse detrás del concepto de rol paterno. En menos de una hora, tuvimos un paseo por el padre protector (la actitud de un preocupado Gene Porter con respecto de la situación de su hija Rachel); el que acepta la condición adulta de su progenie (la despedida de Charlie y Miles... ya, Miles se supone que es el tío... ejem, ejem... eso está por verse... Bueno, por lo menos ha adoptado el lugar de figura paterna para su sobrinita) ; el hijo que se transforma en padre de su propio padre (Jason Neville utilizando, para hacer reaccionar a un aturdido Tom, los mismos métodos nefastos que su progenitor usara antaño con él... lo que se hereda no se roba, cariño...)


2) Aaron Pitman: la reivindicación de la dulzura como valor humano.

Siguiendo con mi interludio sentimental, debo confesar que me encantó ver a Aaron en agradable compañía femenina. Y más me gustó que dicha compañía resaltase en él, como elemento diferenciador, una cualidad que siempre jerarquizó al personaje de Zak Orth frente a todos los demás: su calidez humana, ese profundo don de empatía que lo lleva a comprender a su interlocutor, y a preferir las razones altruistas de los actos de voluntad. Ya lo dije una vez, si tuviera que elegir un personaje de esta serie para que fuera el tío postizo de mis niños, lo nombro a él. Y sigo nombrándolo. Con lo cual DE NINGUNA MANERA HUBIERA PERDONADO A ESOS GUIONISTAS si llegaban a hacer con Aaron la "gran Maggie". Y parece que lo tuvieron en cuenta... nos tuvieron penando durante cinco interminables minutos, pero el capítulo terminó, justamente, con nuestro querido gordo regresando de entre los fallecidos. Lo cual nos lleva en picada al punto 3.

3) ¿Para dónde vamos...?
Si uno lee las reseñas sesudas, dicen que Revolution es ciencia ficción post apocalíptica (recontra blanda, agregaría yo), pero hemos visto algunos guiños en este episodio que parecen indicar un cierto giro hacia el territorio de lo fantástico. La "resurrección" de Aaron a último momento puede explicarse científicamente, es cierto, pero... ¿será eso lo que nos van a mostrar? Y... ¿qué hay con todas esas luciérnagas que, inexplicablemente, parecen mostrar patrones en el cielo, patrones harto extraños? Incluso Aaron lo dice, en cierto momento: "la misma física parece estar demente..." Me gustaría que nos dieran más ejemplos de esa supuesta insanía que ha calado en el mundo luego del impacto nuclear...

¿Tendrá que ver con esto la enigmática primera escena del Gral. Matheson? ¿Qué habría en la casilla de madera que debió ser entregada a las llamas?

¿Qué elemento le habrá provocado a Miles la herida en la mano? Mi imaginación descarriló con tantas preguntas. Se me ocurren ideas relacionadas con mutantes producto de la radiación, infecciones transmitidas por heridas cortantes, etc., etc., etc. Soooo, calma, imaginación, esto es Revolution, no Resident Evil... no sé si me explico...

4) Hablando de malos...
Pasemos revista a nuestros malvados de la temporada anterior.
Bass Monroe. Claramente, ya no es el malo absoluto de la película. Es más, parece un pobre hombre entregado a la tarea de boxear para no recordar lo hecho. Es una sombra de su pasado... y no me gusta que esté así. Yo quiero volver a verlo soberbio y orgulloso, seguro de sí mismo, entero sobre sus pies. Espero que los guionistas sepan darle un objetivo. (Entre paréntesis, ya sabemos a qué se dedicó David Lyons en el intermedio de temporadas: se internó en el gimnasio, para poder mostrar semejante torso... conozco más de cuatro que deben haber quedado al borde del infarto masivo durante la escena de la pelea, jeje...)

Tom Neville. Me equivoqué con él. Hubiera apostado a que sería el malo maloso de esta temporada, y me parece que no... ahora le veo más perfil de justiciero. Culpando a la gente de Señor Presidente por el holocausto en el cual, seguramente, ha muerto su amada esposa (cómo me gusta que el rol antagónico sea capaz de tremendos sentimientos...), Tom va a infiltrarse en dichas filas para hacer eso que él sabe mejor que nadie: ganarse su confianza y destruirlos desde adentro. Me preparo para disfrutar en grande todas sus aventuras.

¿Y quién va a ser el malo de esta temporada, entonces?
Hay uno evidente, que es precisamente el Sr. Presidente de los Estados Unidos. Los guionistas lo han tratado con rencor desde el principio: es esa rata que estuvo escondida durante los años de necesidad, y que ahora emerge a reclamar lo que supuestamente es suyo, aprovechando que aquellos que podrían resistírsele han colapsado, pero... ¿dónde estuvo mientras Monroe imponía su orden a sangre y fuego? ¿Apoyó a los rebeldes que querían recuperar al país, cuando eran masacrados por los nuevos poderes? Claramente, no...


Me atrevería a aventurar la existencia de otro malo. No de una persona, sino más bien de una "fuente de maldad". Estos humanos post - post - apocalípticos tienen que vérselas, otra vez, con el lado oscuro de la condición humana. Tienen que afrontar sus propias sombras. Los "forajidos" que vemos aparecer en las planicies, que se dedican al saqueo, a la matanza de hombres y al secuestro de mujeres son, a un tiempo, una amenaza real y una metáfora de nuestros propios fantasmas. Nuevamente, la situación límite impulsa a las comunidades a hacer acopio de sus mejores cualidades... a riesgo de sucumbir ante la emergencia de sus peores rasgos.

 
La bandera de las barras y las estrellas ha sido signo de opresión para muchos países del mundo durante largo tiempo, pero para sus portadores siempre ha significado libertad. Sería una verdadera innovación, e incluso una jugada políticamente riesgosa, si el guión de esta segunda temporada planteara una situación en la cual se transformara en un macabro símbolo de injusticia para sus propios seguidores... ¡Cómo me gustaría que se arriesgaran a hacerlo! En fin, tal vez estoy pidiendo demasiado.

5) Ni contigo, ni sin tí... (Alerta, momento extremadamente fangirl)

Mis amistades más cercanas pueden atestiguar lo insoportablemente estúpida que anduve la última semana antes del estreno (aunque alguna de ellas clamase por el retorno del general Matheson, habida cuenta de cuál era la alternativa... véase entrada anterior). Y ese derroche de apostura andante que es don Billy, no decepcionó a su fangirl más estudiosa.
 
Estoy empezando a comprender/aceptar esa relación retorcida que hay entre los cuñados. Entiéndanme, nunca tuve nada en contra de ellos por el hecho que Rachel estuviera casada con el hermano de Miles, el amor es así, cuando llega no pregunta. El tema era que no me convencía ella: no había manera en que yo llegase a creerle a la mamá de Charlie que estaba enamorada del mayor de los Matheson. La recíproca era más que obvia... a Miles se le nota en los ojos que muere por su cuñada... todas y cada una de las escenas en que la mira, esos ojitos tiernos y tristes dicen "Ay, Rachel, date cuenta... estoy loco por tí". Y me encanta que Billy sea capaz de hacerle transmitir eso a su personaje tan sólo con la manera de mirar.

Bueno, lo admito. Liz está comenzando a convencerme. Y creo que ha sido a propósito, todo este tratamiento del personaje. La Mitchell, a no dudarlo, es una actriz de categoría mayor. Y no está nada mal que recién ahora, cuando su personaje está quebrado por la culpa que la atenaza, sus sentimientos salgan a la luz con mayor claridad. La escena de la despedida, con abrazo y sugerencia de ella para que Miles no se vaya aún, hablan por sí solas. Ahí uno puede empezar a creer seriamente que el general es correspondido en sus ardores. Veremos...

Ay, hermosa, si vos me lo podés hacer feliz al morocho... ¿qué te cuesta?

6) Antes de irme...

Hala, hala, vamos con la versión post-apocalíptica de Bravestar!!!

Sí, me gustó el sheriff. ¿Qué esperaban? Parece un hombre honesto, y es nativo americano. Dos más dos, cuatro. Le cayó bien a la Guivi. ¡Vamos a echarle porras!

Y una más del "General Matheson" que, en definitiva, es el preferido de la bloguera, jajaja...

Buscás en el diccionario "morocho infartante" y te encontrás con esta foto...


En síntesis, qué bueno que tenemos Revolution para rato. Este primer episodio ha llegado para plantearnos más interrogantes que para sacarnos de dudas... Una sola cosa es segura: voy a estar esperando con ganas el episodio 2... aquí apenas ha comenzado a desenrollarse la madeja.
 

domingo, 1 de septiembre de 2013

Una escaramuza en Fuerte Terror: poniendo a Lord Bolton en perspectiva

A lo largo de los años, he escuchado y leído diversas interpretaciones acerca del significado de los sueños. ¿Por qué soñamos? ¿Qué son y qué sentido tienen esa serie de películas que se desarrollan noche a noche en la pantalla de nuestra conciencia dormida? Creo que se han encargado del tema representantes de los más diversos menesteres, desde los neurobiólogos hasta los poetas de la talla de un Jorge Luis Borges. Y hasta el día de hoy, los sueños son un misterio a medio resolver. ¿Divagaciones de un cerebro que necesita descansar? ¿Chicle mental? ¿Un mecanismo para procesar la información que hemos recolectado en el día? ¿Un expediente de nuestra mente para recuperar datos que, en su momento, percibimos sin “apercibirnos” de ellos? O bien, ya entrando en el pantanoso terreno de las creencias… ¿premoniciones? ¿Recuerdos de otras existencias? ¿Mensajes de otros planos de conciencia? En fin, las opciones son muchas. Como no soy una entendida en el tema, simplemente paso revista de cosas que he escuchado. No sé cuál es la explicación científicamente más avalada en la actualidad. Pero lo que es un hecho comprobado es que todos los seres humanos sueñan, aunque al despertar lo olviden. Incluso, si mal no recuerdo, se han hecho experimentos que abonan la idea que el soñar es casi una necesidad fisiológica.

A estas alturas, se preguntarán qué tiene que ver toda esta perorata con el Señor de Fuerte Terror mencionado en el título. Tiene que ver en la medida que un sueño me ha tenido obsesionada con el personaje durante toda la última semana.  En este caso, creo que fue la manera en que mi parte subconsciente se las ingenió para llamarme la atención sobre las ambigüedades que rodean a este personaje de la ya muchas veces mencionada en este blog Canción de Hielo y Fuego, de G.R.R. Martin, y su versión televisiva.

Si lo vemos desde una perspectiva simplista, Roose Bolton, señor de Fuerte Terror y banderizo de la Casa Stark, es el epítome del traidor, y nada más. Ha abrazado la causa de su superior y lo ha seguido al combate sólo para venderlo cuando las circunstancias le han resultado adversas, y ha conseguido incluso una promoción social en toda la regla. Ha pasado a ser el Guardián del Norte, título que ostentara el desaparecido Lord Stark: aparentemente, en eso ha consistido la recompensa por los servicios prestados a la otrora enemiga Casa Lannister. Servicios que iban más allá del cambio de bando en sí: ha sido el mismo Roose quien asesinó, a sangre fría, a Robb Stark, el hijo de Ned aclamado como "Rey en el Norte". (Desconozco al autor de la imagen, está tomada de www.westerosasoiaf.org)

Aquí es donde comienzan mis contradicciones. Y aquí es donde veo la necesidad de hacer un análisis que demarque las aguas entre el Roose del libro y el de la serie. No tanto porque sean muy diferentes, que es en el fondo sólo una cuestión de matices, sino porque, me parece, las dos visiones dibujan, de manera complementaria, el perfil de un personaje que escapa a cualquier simplificación.

Volvamos a la Boda Roja. Confieso que, cuando la leí en el libro por primera vez, mi sensación de shock fue tan grande que no me di cuenta que Bolton había sido el autor material del asesinato del rey. La narración nos cuenta que él se va del salón, con excusas fisiológicas, antes que comience la masacre. Mucho después, un hombre de cota de malla oscura y capa rosada hunde su espada en el pecho del Joven Lobo, expresando aquello de "Los Lannister envían sus saludos". En el momento ni se me cruzó por la cabeza que solamente el señor de Fuerte Terror podía llegar a decir esas palabras, tergiversando de esa forma las intenciones de Jaime, el Lannister que mandaba los saludos en cuestión (y que no tenía la menor idea de la masacre que su propio padre había tramado en contubernio con los Frey). Solamente cuando lo vi en la pantalla, en esa macabra aunque magistral escena en que Michael McElhatton le da vida y voz (y qué voz...) a Lord Roose, comprendí las cosas. Sí, soy lenta para esos detalles. Más lenta soy cuando vienen envueltos en toda la carga traumática que tenían esos párrafos. Estaban matando a mi rey, qué tanto, soy y seré una Mormont... que de eso se encargara Bolton o cualquier otro era lo de menos. Y así pasé por alto un detalle fundamental.

Y es que mi percepción de Roose en el libro nunca fue negativa. Y veamos por qué. Martin nos presenta a Bolton como un hombre serio, prudente, muy medido en cuanto a sus reacciones emocionales. Un hombre imposible de leer: sus pensamientos y emociones no llegan a reflejarse en su rostro. Desconocemos sus sentimientos, y a veces podemos llegar a dudar que realmente los tenga. Es frío, es desapasionado. Donde otros gritarían con furia, Bolton pasea una mirada de sus ojos color hielo y, hablando con una voz que es apenas más fuerte que el susurro de una araña (tal cual, palabras de Martin) logra que se haga el silencio y se escuche su opinión. Un hombre así inspira respeto y, a qué negarlo, mete miedo. Casi un temor reverente. (La imagen está tomada de www.visionasoiaf.wordpress.com, de nuevo agradezco si me cuentan quién la realizó, está firmada debajo pero no logro descifrarlo...)
 

Pero no genera aversión. Después de leer sus acciones en Danza de Dragones, vistas principalmente desde la óptica de Theon Greyjoy - Hediondo, toda esa concepción del hombre desprovisto de sensibilidad, queda en entredicho. Bolton sabe que no se es un buen líder si todo se basa en el miedo. Está preocupado por las actitudes de su hijo Ramsay, no tanto porque sean crueles sino porque van a enajenarle la voluntad de sus subordinados. Roose sabe que, algún día, ese hijo que no ha querido y que le ha arrebatado al otro vástago, al legítimo, al que sí quería (basta leerlo cuando le habla a Theon de él para entender que es un hombre de sentimientos profundos... educado para disimularlos, porque eso es lo que se espera de un señor), será su sucesor, y no está demasiado conforme con la manera en que pintan los hechos para cuando él falte.


Lord Bolton, y aquí está el meollo de mi argumento, se preocupa por su gente. Es un buen líder, busca ponerle coto a la destrucción indiscriminada. Siempre está su mano reteniendo el freno del hijo que, si no fuera por él, sería mucho más atroz. Y creo que en esa búsqueda de evitar sufrimientos inútiles está la clave de su traición. Roose se da cuenta que, tal y como iban las cosas, la causa del Joven Lobo estaba perdida. Había cometido errores diplomáticos fatales, y Bolton lo ve rápidamente. Y su consejo, me parece, no es tenido presente. Entonces decide cortar por lo sano: su cambio de bando necesariamente precipita el final de las hostilidades. Y eso le permite no sólo ascender socialmente, como ya se explicó, sino brindar a su gente, a las comunidades que dependen de él, la posibilidad de tener un respiro, de reacomodarse y de preparase ante la inminente llegada del invierno.

Que se entienda algo: no estoy justificándolo ni estoy diciendo que lo hecho haya estado bien. Simplemente estoy intentando comprenderlo, y me parece que no soy injusta si digo que, si  es evidente que hay ambición en sus acciones, también hay interés por un bien mayor. Claro que no siempre vamos a coincidir, necesariamente, en que su forma de buscar ese bien haya sido la más adecuada.

No voy a negarlo, me chocó tremendamente que fuera justo él quien matara al rey Robb. En la serie me pasé toda la dichosa escena recitando "odio a Bolton, odio a Bolton", como si de un mantra se tratara. Es terrible, es estremecedor. Pero si lo analizamos más profundamente, es otro acto de honestidad. Roose hace su propio trabajo sucio: en ese sentido es un digno émulo de aquel Ned Stark que sostenía el deber del señor de mirar a los ojos al sentenciado cuando se cumplía su condena a muerte, siendo a un tiempo juez y ejecutor. De modo que el haber tomado la responsabilidad en sus manos es incluso, y dentro de la barbarie que implica, una decisión honorable.

En síntesis, el Lord Bolton del libro no me cae mal, no comparto su proceder pero lo comprendo, lo puedo poner en perspectiva y no me resulta tan terrible. Cae dentro de la lógica general de la historia.

¿Qué pasa con el de la serie?

Ay, aquí los sentimientos son, si cabe, más encontrados. Y se lo debo al impecable intérprete que lo ha encarnado: el sin duda talentosísimo irlandés Michael McElhatton (un desconocido para mí hasta este papel, situación que amerita ser remediada en breve... es un actor impresionante...)
 
Veamos. La caracterización, desde el aspecto físico, es muy buena. Michael tiene dos puntos a su favor que son incuestionables y centrales en el personaje: los ojos - extraños, perturbadores, de un azul muy claro pero muy intenso, de una frialdad muy expresiva, si cabe el contrasentido - y la voz - profunda, inquietante, cautivadora, un delirio para cualquier fangirl. (Imagen de www.tumblr.com)

Pero, además de todas las características que, como ya mencioné, delinean al personaje literario, esta versión televisiva le suma cierta sordidez, cierta ironía incluso un poco sádica, que lo lleva unos pasos más allá que el Bolton del libro. El Roose de McElhatton se hace odiar... y amar al mismo tiempo. Moviliza pasiones, cosa que el otro no generaba tan abiertamente. La escena en que martiriza al pobre de Jaime a su llegada a Harrenhall, haciéndole creer, por un momento, que su adorada hermana ha tenido un destino infausto, es una muestra innegable de lo que estoy diciendo. Es auténtico veneno para la fangirl: me provoca deseos de saltarle encima y molerlo a golpes... pero al mismo tiempo su voz, esa voz peligrosa, me derrite.

Está sin subtítulos, pero qué más da, lo que importa es esa voz, y esos ojos...

Y lo mismo ocurre en la escena con Lord Frey, post - Boda Roja. Es el tipo jodido más escandalosamente seductor que me haya cruzado en mucho tiempo. Últimamente, a qué voy a negarlo, se ha transfomado en mi "villano" favorito.

Qué ganas de matarlo, maldito monstruo... no, mejor no... aaarffff...

Por alguna razón que desconozco, no era algo que pudiese admitir fácilmente, de modo que mi experiencia conciente negó los hechos y me quedé con la versión "ese, en la serie, es un verdadero hijo de p..." Pero mi parte inconsciente maneja su propia agenda, y así fue que, merced a un sueño por demás sugerente, lord Roose ha estado robándome, no diré el corazón, pero sí la tranquilidad, durante los últimos días. Mi manera de conjurar los fantasmas, como siempre, ha tenido que ver con escribir esta entrada, y con la vertiente audiovisual de los hechos. Pasen y vean, mi último ataque al movie maker:



La elección musical fue otro delirio, lo aclaro de entrada. Me costó horrores encontrar un tema que expresara lo que quería decir. Lo primero que se me ocurría usar era "I love to hate you", de INXS, pero lo descarté inmediatamente, por trillado. Después pensé en canciones como "Love me for what I am", de Carpenters, por aquello de "You must love me for what I am, just for being me... and if you're only using me to fill your fantasies, you're really not in love, so let me go...", y un par de otras por el estilo, pero era DEMASIADO romance, y no es precisamente eso lo que me inspira Lord Roose, digamos.

Hasta que, finalmente, me acordé de ese corso a contramano que es el sueco Gunther... cómo nos habremos divertido con él las chicas del Indy, en la época que shippeabamos a los tenientes de la serie Hornblower... hacer un video sobre cualquiera de ellos usando música de Gunther era una suerte de iniciación. Yo necesitaba tomarme medio en broma, medio en serio, el asunto de Roose, y armarle un video usando "Pleasureman" fue mi forma de ponerlo en su lugar: una suerte de ícono sexual bizarro, por decirlo de alguna manera. (Imagen: www.huffingtonpost.com)

Bueno, habiendo dejado debidamente conjurados mis fantasmas... me pongo a pensar que, a lo mejor, se le puede hacer otro video con alguna canción de Bon Jovi... uy, soy un desastre, ya lo sé.