Los que me conocen aún mejor, comenzaron a mirar el reparto.
Y sí, porque la única explicación lógica para tanta alharaca
era que trabajara alguno de mis chongos fílmicos. Como dijo el amigo que me la
consiguió (porque por hacer de enfermerita no pude ir a verla al cine…) había
estado intrigado hasta que chusmeando los créditos vio que figuraba “Jaime
Lannister”, digo Nikolaj Coster – Waldau.
(En el fondo, la culpa de todo la tiene este mismo amigo,
que fue quien me regaló para mi último cumpleaños el primer tomo de Canción de
Hielo y Fuego, desatando la pelota que vino después. Así que se la tenía que
aguantar, conseguirme la película y, en un colmo de benevolencia, mirarla
conmigo. A eso le llamo yo un amigo de fierro…)
Qué bien venimos, Guivi. Hace una semana, te fuiste al cine
a ver una de Tom Cruise por los cinco roñosos minutos que tenía don Nicolás.
Ahora te soportaste una de terror nada más que por verlo a él de protagonista…
estamos gravísimas.
Pero, la verdad sea dicha, estoy gratamente sorprendida.
Vale la pena mirar Mamá, incluso si no eres fanático del cine de terror.
Incluso si no estás loca/o por don Nico. Está tan bien filmada, y tan sólidamente
actuada (aunque el argumento, según algunos, tenga sus lagunitas y, según
otros, sea bastante trillado…) que merece ser tenida en cuenta como una joyita.
A lo mejor hay muchas otras pelis del género que abordan la temática, pero como
habitualmente no las veo, esta me supo muy bien.
Brevísima sinopsis del argumento, porque quiero que la vean
y no se las voy a quemar (o spoilear, como se dice ahora…)
Jeffrey, empresario en quiebra y desesperado, huye al bosque
con sus dos pequeñas hijas, Victoria y Lilly. De su esposa nada se nos dice,
pero se nos deja sospechar que acaba de asesinarla. En una aislada cabaña, en
medio de su propia desolación, intenta medidas a tono con su desesperación…
pero una fuerza sobrenatural se lo impide y se hace cargo de las niñas.
Cinco años más tarde, éstas son encontradas en estado
salvaje, gracias a la búsqueda ininterrumpida que había orquestado su tío
Lucas, hermano de Jeff. El tío y su
novia, Annabel, se hacen cargo de las chicas y comienzan el largo recorrido que
implica acostumbrarlas nuevamente a vivir en sociedad. Periplo que ya de por sí
hubiera sido difícil… más todavía se complica porque las niñas no han vuelto
solas. Mamá las acompaña…
¿Y quién es esta Mamá? ¿Un producto de sus imaginaciones
combinadas, que les permitía sentirse seguras en medio del abandono que
debieron sufrir? ¿O un ente sobrenatural, un fantasma? Y de ser así ¿por qué ha
decidido cuidarlas? ¿Aceptará buenamente que nuevos cuidados y cariños vengan a
competir con el suyo? ¿O decidirá luchar por el amor de sus “hijas”?
En torno de ese drama se desarrolla la película, a la que no
le falta nada. Ni el terror psicológico, ni las luces que parpadean, ni los
espectros que se esconden en los armarios o bajo las camas, ni los insectos que
presagian la llegada de lo sobrenatural, ni la niña que ríe y juega con algo
que nosotros no vemos, pero nos da escalofríos, ni los ataques perpetrados por
el fantasma contra sus oponentes vivos, ni el investigador que intenta
encontrarle una explicación al caso y, de paso, abonar su gloria personal como
científico, ni los sueños que revelan historias, ni las búsquedas en plena
oscuridad. Nada, es una película de género por demás completa.
En lo que sí voy a detenerme, es en las actuaciones. Punto
por punto.
1) Jessica Chastain interpretando a Annabel. Sólida,
creíble, un personaje construido en titanio. Una rockera devenida en madre
sustituta que, incluso a pesar suyo, comienza a tomarle cariño a las nenas y es
capaz de jugarse por ellas. En la escena final, para mí, Annabel es la heroína
de la noche. Este personaje sostiene muy bien el mensaje que parir no es lo que
te convierte en madre, sino amar más allá de toda entrega, pero sin aprisionar.
2) Megan Charpentier, interpretando a Victoria, la mayor de
las niñas. Expresiva, decidida, increíblemente adulta para su corta edad, se
mete en la piel del personaje al que le toca la parte más difícil: la hermana
que conoce los dos mundos, el de la sociedad y el de la cabaña, la chica que
camina por el borde de la realidad, la que ve los dos lados del espejo… (la Guivi se
identificó muchísimo con esta nena, jeje…), y a la cual, por lo tanto, le
cuesta mucho más tener que elegir entre ellos.
3) Isabelle Nélisse le pone cuerpo y corazón a Lilly. ¿Qué decir
de esta pequeña gigante? ¡Es megaincreíble! ¡Es maravillosa! Desde ya me
propongo seguir su carrera, porque le auguro un gran futuro a esta niña actriz
impresionante. Desde el manejo de su cuerpo, en un personaje que exige
muchísima presencia física porque básicamente se expresa a través de posturas y
gestos, hasta sus expresiones, que dicen mucho más que un torrente de palabras.
Interpreta magistralmente a esa pequeña salvaje que a la única madre que conoce
es a la fantasma… y tiene una escena con Annabel, en la cual comienza resistiéndose
y termina dejándose arrullar, que es pura poesía acerca de cómo el amor y el
buen trato pueden desenterrar en nosotros la humanidad más hondamente oculta.
4) Y lo dejé para lo último, sí, porque quería hacer un
análisis serio de los demás personajes y poner de relieve todos sus méritos, y
si hablaba antes de don Nico me iba a desviar inevitablemente para el lado de
la fangirl o, lo que es lo mismo, para el lado de la chacota. Nikolaj Coster –
Waldau interpreta el doble personaje de Jeffrey y Lucas. Con la solidez de
siempre.
Primero lo vemos en su rol del hermano desesperado, propenso al
suicidio y con momentos de delirio, y es impresionante. Siempre me produce un
poco de recelo cuando a un actor que me gusta le toca llorar (me acuerdo de lo
mal que llora el hermoso de Clive Owen, por ejemplo, y me siento pésimo...
porque más allá de eso me fascina su actuación), ¡pero don Nicolás llora
divinamente! Sin estridencias, transmitiendo tanto sentimiento que se te parte
el corazón. (Por cierto, en la foto que acompaña este párrafo es imposible no acordarse de John Amsterdam, ¿no les parece?)
Y luego, nos deleitamos con Lucas. Es reconfortante para el
alma ver a nuestro Matarreyes de siempre en un papel donde su relación con la
gente menuda es fluida y tierna. El vínculo que establece con Victoria, la
sobrina mayor que inmediatamente lo llama “papá”, por el parecido físico
evidente que tiene con el fallecido, es de una dulzura infinita. Y esa sonrisa…
qué bien le queda a don Nico la sonrisa sincera, sin segundas intenciones, sin
el propósito irónico que le vemos en otros papeles. Qué lindo es Nik cuando
sonríe… ven, ya les dije, ¡no me pidan objetividad cuando hablo de este
bombonazo, jajaja! En definitiva, Lucas está limpiamente interpretado,
transmite sentimientos sin tropiezos, nos muestra sus cambios de perspectiva
con fluidez, nos permite vivenciar el compromiso asumido por ese tío en cuanto
al bienestar de sus niñas. Es absolutamente creíble.
De modo que mi recomendación es… no se la pierdan, tiene
mucho a su favor. Si son como yo, reacios al género terrorífico, denle una
oportunidad a esta Mamá. No creo que se arrepientan.