Últimamente se ha puesto de moda por estos lados el llamar
“chongos” a cierto tipo de relaciones sentimentales no demasiado serias o con
expectativas a largo plazo pero que, según vengo entendiendo, tienen toda la
carga sensual que uno solía atribuirle al concepto de amante. En fin, parece
que es algo un poco más duradero que el conocido “toco y me voy”, pero no de
tan largo alcance o tan relevante como podría serlo un amante de tiempo
completo. Algo así como “este muchacho con el que estoy saliendo, porque lo
pasamos bien, pero nada de complicaciones…
me involucro pero no para tanto”.
En fin, que de esos no quiero ni necesito. Con un solo
hombre “de carne y hueso” en mi vida es mucho más que suficiente. Pero la
palabreja me cayó en gracia, y he decidido hacerle un lugar en mi vocabulario,
previa reformulación.
A qué negarlo, amantes tengo y he tenido desde siempre. Por
lo general de a uno por vez, pero eso no significa que el nuevo rey ejecute a
los anteriores, los mantengo a todos en mi galería de la fama. Me refiero a mis
amores literarios. Esos personajes que me hacen perder la cabeza y, de vez en
cuando, el tiempo y el sueño. Esos por los que releo ciertos textos miles de
veces, tanto que los volúmenes se abren solos por determinadas páginas. Esos
por los que rompo mis propias reglas y decoro las márgenes de los libros con
frases escritas con birome de color, con trocitos de poesías, con exclamaciones
y réplicas, hasta con pegatinas de brillitos… Esos por los que sigo pareciendo
una adolescente a pesar de haber cumplido los treinta y… largos. Esos que,
cuando tienen la fortuna de llegar a la pantalla (chica o grande) encarnados
por algún actor que no se les queda corto, me dan material para sobrecargar mi
ordenador con todo tipo de imágenes, y con esos protectores de pantalla que el
santo varón de mi marido tolera, entre resignado y compasivo. Esos por los
cuales he desperdiciado páginas y páginas escribiendo historias paralelas
(ahora sé que se llama fanfiction…) que nunca verían la luz, porque no se puede
publicar lo que uno le imagina a los personajes de otro. Esos que me
sostuvieron cuando parecía que en este mundo no había ningún hombre que valiera
la pena, o cuando el que sí la valía se portaba como si no…
Esos, en definitiva, son mis “chongos literarios”. Sí, ya sé
que es una contradicción en los términos. Dije que los chongos no duraban
mucho, y mis amores de papel son como pide el rito católico: para toda la vida
(aunque ahí se termina el parecido, la Iglesia de Roma se escandalizaría ante
semejante poliandría). Pero una vez hechas estas aclaraciones, el concepto
resulta muy útil por lo que resume: no son amantes, no son esposos, no son
novios, no son amigovios, no son amigos con derechos, no los une un foedus
amicitiae, como lo quería Catulo… antes que decir tantos no, o tener que dar
largas con fórmulas del estilo “el personaje de tal libro que me gusta”
(¡cuando un me gusta se queda lastimosamente corto, por favor…!) pongamos que
son los chongos literarios, y ya.
En esas noches de invierno, con ruidito de lluvia en el
tejado, con niños dormidos y esposos de viaje (o enfrascados en sus cosas… o
directamente inexistentes, en el caso de una separada, soltera, viuda…), cuando
una mujer se mete en la cama acompañada de un buen libro y un rico té, o
chocolate, o licorcito, seguramente se está escapando con su chongo literario…
Cuando va en el colectivo tan enfrascada en la lectura que
se humedece los labios sin notarlo, los ojos le brillan y, probablemente, se
pasa del lugar donde tenía que bajarse… en su cabeza se está tomando un
cafecito con él.
Y bien, la locura doméstica que les propongo aquí tratará,
en gran medida, de estos muchachos.
Mujer, es que Internet se hizo para nosotras las amantes literarias. Yo los he tenido desde la edad pre-escolar. Algunos fueron chongos, otros me duraron años. Desde Sinbad el Marino hasta el ya-sabes-quien, el de La Manita de Oro. En mi etapa telenovelera, hasta hicimos un club apropiadamente llamado El Club de los Papacitos y ahí cada socia tenía su página dedicada a su Papi de telenovela (la más codiciosas tenían hasta dos). Admiro que puedas equilibrar tus amores fantásticos con tu pareja de la realidad. Yo soy incapaz de hacerlo, o estoy en el mundo real dando tumbos con amores desastrosos o me refugio en amores idealizados para huir de las magulladuras que me dejaron los reales. La maravilla de los fantásticos es que nunca te preñan, son siempre diestros en la cama, nunca dejan la tapa levantada del inodoro y jamás les huelen las patas.
ResponderEliminarEn la última década, como me bajó la manía de escribir, me he creado mis propios amantes literarios (eso si con fisonomía de actores conocidos), más me quedan a la medida.
¡Has comenzado divinamente este blog!
Lo que pasa es que el santo varón sabe que, a la larga, todo esto juega a su favor. Me lo dejó claro desde el principio de nuestra relación, hace como diecisiete años: él aplica una frase celebre de un cantante popular argentino, "Sandro", que en sus épocas era todo un sex symbol: las mujeres morían (y aún mueren) por él. Y el bueno de Sandro decía: "yo caliento la pava (el hervidor del agua) para que otro se sirva el mate (nuestra bebida nacional)" Es una frase muy local. El chongo literario te hace soñar, pero el de carne y hueso, si es medianamente vivo y no de esos que se ponen celosos del aire, sabe cómo aprovecharse del desvarío hormonal, jaja! Igual, creo que he tenido bastante suerte.
EliminarGracias por los halagos! Veremos cómo seguimos con estas cuestiones...
¡Pero que buen sistema Reina Guivi! Asi fueran todos los hombres de comprensivos.
EliminarIgual todavía no consigo que se ponga la armadura blanca, jajaja! ;)
EliminarHe tenido varios jaja pero no han sido solo de la lectura, sino también de personajes de series y animé, no sé si cuentan xD pero siempre en cada fanatismo que tengo me enamoro de un personaje de ficción. El de ahora ya saben quien es jeje
ResponderEliminarAlgunos son pasajeros, otros me duran años. Me suelen gustar los héroes protagonistas como Luke Skywalker, Frodo Baggins, Gohan aunque con los considerados "buenos" de Canción no me pasó y me terminó gustando el que fue uno de los peores "villanos" los dos primeros libros jajaj
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Uy, Ana, compartimos más de un chongo, entonces! Mira que no me gustan los rubios, pero hasta conocerlo a don Nico, mi única excepción había sido el piloto de ojos color de cielo... era una nena... uf, qué de recuerdos...!
EliminarSí, mujer, que valen todos: de libros, de pelis, de telenovelas, de animé (creo que tuve alguno, tendría que pensar...), de series,personajes históricos reales y por supuesto los que tú misma te inventes! Si yo en su momento hasta a Julio Verne lo consideré mi chongo, jaja!