martes, 17 de febrero de 2015

"Veraaaano... es cada momento valioso de verdaaaaad..."

Y, aunque parezca mentira, se están acabando mis vacaciones. El miércoles regresamos al imperio de las mesas examinadoras, y la Guivi tendrá que calzarse la pilcha de profesora y dedicarse a evaluar a sus pequeñas y adorables bestias. Por eso el título, sacado de una canción de ese delirio de dibujito animado que es Phineas y Ferb, del cual tanto Lula como Lucas son fieles seguidores y cuyas tonaditas se me pegan cada dos por tres.

Como me comentaba mi amiga Male, parece que me he dedicado a pasar el verano "en el mundo real", porque prácticamente he estado ausente de los sitios virtuales que solía frecuentar. En el fondo, he estado hecha una vaga para todo lo que sea escribir. Había pensado adelantar algún capítulo de una "novelita" que tengo en mente, comentar lo más posible en los blogs amigos y publicar por aquí alguna que otra entrada. La verdad es que ideas no me faltan pero, aunque parezca mentira, en mi universo vacacional me ha faltado tiempo.
Por si a alguien le interesa, les cuento en qué se me fue el dichoso tiempo. Bastante simple: playa - entrenamiento - series. Todo en medio de contexto familiar. 
Playa: Mar del Plata, como de movida lo indica su nombre, es una ciudad balnearia. Los marplatenses somos unos tremendos quisquillosos con el clima. Me explico: un turista, por el sólo hecho de estar pagando una estadía, intentará ir al mar la mayor parte de los días que duren sus vacaciones; un marplatense de mi estilo va a esperar el día perfecto, y con eso la cantidad de jornadas que realmente dedicará a la playa serán muy pocas. Bueno, esa variable, para mi familia, este año cambió. Será porque los nenes están grandes, será porque se aburren en casa, será porque mi suegra rentó carpa en un balneario para toda la temporada y nos dio vía libre para usarla cuando quisiéramos... la cuestión es que hemos bajado a la playa un día tras otro, con mucha más asiduidad que otros años. Hacía mucho que mi piel de pelirroja -la herencia de mi bisabuelo lombardo... que desgraciadamente me legó la piel pero no el cabello- no tomaba un color tan saludable.
Esta foto está tomada una tarde, después de descargarse un lindo chaparrón. La mayoría de los paseantes se habían ido con la lluvia; nosotros nos quedamos en la carpa, y la verdad es que lo más lindo vino después del aguacero...

Entrenamiento: este verano hice algo inaudito en la vida de una nerdie-girl... entrené casi todos los días de la semana. Bueh... no tanto ni tan constantemente, pero con seguridad puedo decir que estuve yendo al gimnasio un promedio de 3 a 4 veces por semana, desde fin de diciembre hasta la fecha. Era hora de tomar el toro por las astas. No digo que los resultados estén a la vista, porque no lo están, pero me siento mucho mejor que antes. Y habida cuenta que el ejercicio aeróbico está recomendado para mantener a raya el colesterol, espero que cuando me haga los análisis clínicos de este año los valores estén a niveles razonables.
Mi recomendación para aquellos que necesiten entrenar y no sean amigos del gimnasio: la música en tus auriculares es tu mejor aliada. Muchas veces me ha pasado que el sonido funcional en las salas de gimnasia con aparatos me aturdió y me cansó, siendo un incentivo para abandonar el entrenamiento. Por eso digo que llevar tu propia música te puede ayudar a resistir las ganas de salir corriendo del "antro del culto a la salud física y el trasero en forma", digo, del gimnasio.

Series: jejeje, llegamos a la parte interesante del relato.
He sido presa de un doble secuestro virtual. O, digámoslo de otra forma, me he liado en dos cachondos romances seriales. ¿Es posible enamorarse de una serie? En mi caso, la respuesta es afirmativa. ¿Es posible enamorarse de dos series a la vez? De nuevo, sí. ¿Es posible enamorarse de dos series a la vez y que en ellas no haya chongo? Estem... digamos que sí, pero que no es el estilo de la loca doméstica, precisamente.
Como si no hubiera buenas series modernas, me puse a bucear en la ciencia ficción de la última década del siglo pasado y la primera del presente. Amo la ciencia ficción, decididamente es lo mío. Me gusta porque permite reflexionar acerca de las grandes preguntas filosóficas del género humano. En primer lugar, la definición de persona. ¿Qué nos hace humanos? ¿Cuál es la línea que separa la humanidad de la animalidad? O, más en tema aún, ¿cuándo una máquina se convierte en una persona? Y, desde otra perspectiva, ¿cuál es el sustrato común que nos permitiría visualizar como iguales a los integrantes de otra especie, pongamos por caso, procedente de otros planetas? Son problemáticas fascinantes para una humanista como yo, y en las dos series en cuestión el debate ético sobre el particular es el centro del asunto. Me estoy refiriendo a Star Trek: Deep Space Nine y a Battlestar Galactica (versión revisitada del año 2003).

Así eran los personajes al inicio de la primer temporada. Hasta da ternura verlos, sabiendo su evolución posterior...

Como todas sus compañeras de franquicia, Deep Space Nine se caracteriza por su visión optimista del futuro humano. Star Trek siempre ha representado la creencia en el poder de la sociedad para avanzar hacia un mundo con más justicia y menos desigualdades. Supongo que esa es una de las principales razones por las cuales la adoro. En un mundo donde, a veces, la salida parece esconderse detrás del cañón de una pistola, sumergirse en ese universo donde las razas más dispares terminan por encontrar la clave de la convivencia, donde los problemas más acuciantes del hambre y las enfermedades han sido solucionados por el avance científico es, ciertamente, esperanzador. Pero el de Deep Space Nine no es un optimismo ingenuo: nos hace ver las dificultades del camino y, principalmente, la precariedad de lo logrado. Nada está dado por hecho en este contexto. Los problemas están siempre a la vuelta de la esquina: una mala decisión puede retrotraer el estado de la humanidad a lo que era dos o tres siglos antes. Las amenazas nunca se superan del todo. Permanentemente, los personajes se verán enfrentados a la toma de decisiones en las que, una y otra vez, deberán hacer la elección que Dios le planteaba a su criatura en el Discurso sobre la Dignidad Humana, de Picco della Mirandola: si iba a usar su libertad para elevarse hacia las cosas divinas, o para hundirse en la bestialidad. Lo realmente precioso de DS9 es que, cada vez que se plantea el debate, la ética de cada personaje es puesta inmisericordemente contra las cuerdas. Y, en general, la respuesta no sólo plantea posibilidades superadoras sino que nos abre nuevos frentes de interrogación. Seguramente, si el tiempo me asiste, tendré oportunidad de reflexionar con ustedes sobre estos temas en entradas posteriores. Por lo menos, me encantaría, así como bosquejar las características de algunos de los personajes que más me han conmovido.


Mucho más oscuro es el futuro que plantea Battlestar Galactica. Tengo una amiga muy querida con quien, más de una vez, nos planteamos el tema que la gente de nuestra generación tiende a no creer en los finales felices. Somos como los humanos-batería de Matrix: si nuestros sueños son siempre perfectos, tendemos a descreer de su realidad. Por eso, esta segunda serie que me tiene tan atrapada como la primera ha sido un buen complemento.
De cierta manera, vuelve sobre un tema antiquísimo: el dilema de Frankenstein. Es sabido que, en el fondo, el asunto central en esa novela es el trauma del hijo rechazado por su padre, y la posterior rebelión de éste en contra de su progenitor y todo lo que él representa. En el caso de BSG, la humanidad asume el papel del Dr. Viktor Frankenstein, mientras que los Cylons (al principio robots, luego algo mucho más complejo que eso, ya que han logrado evolucionar por cuenta propia) vienen a ser el "monstruo", la criatura rechazada.
Los cylons han atacado las "Doce Colonias" humanas, salvándose apenas un puñado de vidas (poco menos de 50.000 almas), la mayoría de ellas refugiadas en las naves de una variopinta flota, de las cuales la más importante, al menos al principio, es la astronave de combate Galactica, que da nombre a la serie. Ese es el punto de inicio de un drama con altísimo grado de tragedia, en el cual permanentemente nos veremos obligados a replantearnos qué significa ser humano. Los cylons han heredado de esos padres que los desprecian tanto defectos como virtudes. Son hijos de la humanidad... ¿cómo podríamos esperar que siempre fueran misericordiosos, medidos, compasivos? ¿Somos los hombres siempre así, acaso? Pero, por otro lado, estos vástagos rebeldes, ¿no habrán recibido también nuestra capacidad de amar, de sentir afecto en todas sus formas? ¿Será que el amor en todo su abanico de aspectos es el elemento capaz de redimir no sólo al hombre, sino a sus criaturas? Vale la pena, por lo menos, tomarse un momento para pensarlo.
Lógico que BSG va mucho más allá de estos elementos, pero la verdad es que cada uno de sus aspectos se merece un artículo aparte.
Si tengo que ser completamente sincera, en este caso, no fue un "descubrimiento" sino un "redescubrimiento". En sus épocas, mirábamos Galactica por televisión con Esteban hasta que... hasta que el último capítulo de la primera temporada nos sorprendió en el hospital, apenas nacida Lucía. A partir de allí, por lo menos yo no pude seguir la serie como debía. Pero este verano unas amigas me pasaron el vicio, y sí, esta vez la voy a mirar completa. Ya voy por la tercera de cuatro temporadas.

Antes de pasar a lo que sigue, tengo que dejar algo bien sentado: en ambas series, mi personaje preferido es una mujer. En DS9 mi diosa absoluta es una oficial de la milicia bajoriana: la Mayor Kira Nerys (llevada a la vida por Nana Visitor). Sí, lo admito abiertamente: si yo fuera hombre, moriría por ella con gusto. Es un personaje tan complejo que amerita un análisis exclusivo, así que de momento lo vamos a dejar.

La Mayor Kira es un personaje que inspiró a toda una generación de mujeres, mostrándoles que podían ser fuertes sin dejar de ser femeninas. Fortaleza y sentimientos... ahí está la magia.

En BSG el personaje que más me conmueve es, sin dudas, la presidente Laura Roslin (encarnada por Mary McDonnell). Es imposible que yo no empatice con ella, ya por mera portación de profesión: es una docente que ocupaba el cargo de Secretaria de Educación cuando se produce el ataque cylon y, por ley de acefalía, queda en el puesto presidencial. En su persona van a cruzarse la mayoría de los dilemas éticos de la serie, con lo cual se constituye en un personaje riquísimo a la hora de hacer un análisis.
La presi Roslin y el almirante Adama... ella le soliviantó a la tropa, él le dio un golpe de Estado... pero al final, como decía Tanguito, "el amor es más fuerte"... muero por estos dos, casi a la altura que muero por Jaime y Brienne...

Ha llegado la hora de enfrentarnos con la tercer pregunta de los "¿Es posible...?" - Atenti con la... zooooona fangirl!!!!
Juro solemnemente que puedo. Puedo, sí. Puedo engancharme perfectamente a una serie sin tener chongo en ella. Sherlock, por ejemplo. ADORO la última versión que hizo la BBC de este clásico, pero les aseguro que ni Benedict Cumberbacht ni Martin Freeman me mueven un pelo. Me encantan los personajes y tal, pero es absolutamente "chongo free". Lo mismo me ha pasado con Sleepy Hollow, más recientemente, o con Penny Dreadful. Son series que disfruté a full en su momento, pero no porque tuvieran ese tipo de gancho.
Y en el caso de estas dos últimas series, les puedo asegurar que las amo más allá del hecho que tenga, en cada una, un personaje por el cual perder el sueño (literalmente, me he quedado hasta altas horas de la madrugada con los ojos como huevos fritos frente a la pantalla por culpa de estos dos). Pero sí, hay chongo. Hay chongo tanto en DS9 como en BSG.
La versión original de Star Trek solía mirarla con mi abuela, allá lejos y hace tiempo, en un canal de cable que se dedicaba a reponer clásicos de la ciencia ficción. Mi querida viejita moría por el Dr. McCoy tal como lo interpretaba el inefable DeForest Kelley. Y parece que la debilidad por los médicos de la flota es algo familiar, porque a mí me puede Julian Bashir (seeeeeh, vamos todavía con Alexander Siddig, nuestro próximo Doran Martell para la quinta temporada de Juego de Tronos). ¿Se acuerdan que, en uno de mis tantos lamentos por andarme enganchando con gente de la calaña del Carnicero de Baltimore o el Señor de Fuerte Terror les dije: "háganme acordar que la próxima vez me busque un médico"? Bueno, eso. Me busqué un médico. La evolución que hace el personaje a lo largo de siete temporadas, desde sus orígenes totalmente naif hasta el logro de una admirable profundidad de juicio, es impecable. Ya hablaremos de él.

¿Quién tiene la sonrisa más bonita del cuadrante? ¡El Sid!

Del que también vamos a tener mucho para hablar, principalmente porque ya me rompió el corazón la primera vez que ví la serie y, ahora, estoy preparada para dejar que me lo rompa de vuelta y más a conciencia, si cabe, es del Teniente Felix Gaeta, oficial a bordo de la Galactica, interpretado por el canadiense Alessandro Juliani. Otra vez, la historia complicada. Otra vez, alguien que lleva mis dilemas éticos al límite. Pero como todavía estoy en proceso de entender todo el arco del personaje, no me voy a adelantar. Lo único que puedo decir es que toma decisiones jugadas y, en última instancia, afronta las consecuencias hasta las últimas circunstancias. Gaeta es un idealista y un hombre de honor. Se equivoca, sin duda, en ciertas decisiones (y ahí es cuando me parte el alma) pero se la juega entero, con una integridad que no lo abandona ni siquiera al final (donde vuelve a partirme el alma y sé que voy a llorar a lágrima viva).

Morocho, con rulos, y de una belleza extraña... seh, Guivi, no lo dudes, tenés un perfil...

En fin, sé que ha sido una entrada desordenadísima, que he planteado temas y no los he desarrollado a conciencia, que a lo mejor algunas cosas me interesan nomás a mí, pero la verdad es que tenía que volver por acá. Aunque sea a los ponchazos, dándoles un par de pinceladas de lo que fue mi verano (y eso que no les conté nada de lo que anduve leyendo, ni les mencioné la visita de mis dos hermanos que viven en España...), porque este sitio no se puede caer. Me ha permitido conocerlos a ustedes, sé que muchos hasta se preocupan por mi salud cuando dejo de aparecer por un tiempo, y mi idea es mantener las cosas fluyendo por mucho tiempo más. Les prometo que la próxima tomo un tema y lo desarrollo. Cuestiones de las que hablar, les aseguro que no me van a faltar.
¡¡¡¡¡¡GRACIAS ENORMES POR ESTAR DEL OTRO LADO, SIEMPRE!!!!!!