domingo, 8 de mayo de 2016

"¿Tú también, Bruto, hijo mío?". Algunas reflexiones acerca del arco boltoniano en lo que va de la sexta temporada de Juego de Tronos

"Todo concluye al fin, nada puede escapar.
Todo tiene un final, todo termina."
Vox Dei, Presente (El momento en que estás).-

ATENCIÓN: EL PRESENTE ARTÍCULO CONTIENE SPOILERS HASTA EL CAPÍTULO 2 DE LA SEXTA TEMPORADA DE JUEGO DE TRONOS. 

Confieso que me ha costado bastante decidirme por un título para esta entrada. Estuve barajando unos cuántos, desde "Adiós, mi monstruo, adiós" hasta "In the name of the Father", pasando por el consabido "Quien a hierro mata, a hierro muere", pero terminé decidiéndome por la cita de Julio César, simplemente porque desde el momento mismo en que miré este infausto episodio de la actual temporada, la referencia marcó para mí el clima de lo que nos estaban ofreciendo.
La muerte de Lord Roose Bolton fue más anunciada, si cabe, que la de Santiago Nazar. Creo que todos sabemos, tanto los lectores de Canción de Hielo y Fuego como los televidentes de Game of Thrones, que en algún momento el Guardián del Norte tenía que pasar para el otro barrio. Y que, seguramente, sería dentro de un arco de venganzas personales o políticas. En particular, me lo imaginaba como un juego de intrigas. Nunca esperé lo que nos mostraron en pantalla hace pocos días.
Repasemos.
Lord Bolton se encuentra increpando duramente a Ramsay por haber perdido a la pieza clave del poder en el norte: la joven Sansa Stark. La reprimenda es interrumpida por el maestre, quien viene con la buena nueva del nacimiento del bebé de Walda: un varón sano y rozagante. Fugaz pantallazo a la leve sonrisa del orgulloso padre. El hijo mayor se acerca a felicitarlo. Se abrazan. Roose trata de asegurarle su lugar: "Siempre serás mi primogénito", asevera. Ramsay le contesta que saberlo es muy importante para él y, sin solución de continuidad, le hunde un cuchillo en el costado. Lord Bolton cae, con la sorpresa reflejada en su última mirada. Toda la escena tiene una coloración aciaga y parece estar filmada en cámara lenta. Es como ver algo debajo del agua (si yo fuera una romántica incorregible, diría que eran mis lágrimas, pero no... ¿cómo se les ocurre?)
Es decir... ¿nunca esperé este final? Creo que, en el fondo, lo veníamos sospechando desde que, en la temporada pasada, Roose comenzara a acicatear los celos de su hijo legitimado. Azuzar la ira de un psicópata no es una movida inteligente, de ahí que me haya parecido que, desde un tiempo a esta parte, el personaje interpretado por Michael McElhatton estaba quedando completamente fuera de carácter. Uno de mis contactos de tumblr lo resumió magistralmente: "es como si Michael se hubiera equivocado de guión, y estuviese interpretando a otro personaje". Que se entienda lo que quiero decir, la labor actoral fue magnífica -tal como ya nos tiene acostumbrados el irlandés malandra- pero el desarrollo del guión es incomprensible.
Si hay algo que caracteriza a Roose, tanto en el libro como en la serie, es una capacidad de pensamiento fríamente racional llevada a extremos casi inhumanos. El hombre es un maestro del juego, un estratega del desapego con una mente que está siempre tres pasos por delante de los demás, sean sus competidores o sus aliados. Me resulta inverosímil suponer que semejante cerebro no haya visto venir la posibilidad de ser asesinado en un arranque de furia de su hijo. Y vuelvo al capítulo que, a mi modo de ver, es imprescindible para entender la mentalidad boltoniana: aquel en el cual conversa con Theon durante las bodas de Ramsay y la falsa Arya. Lord Bolton sabe que su hijo va a matar a cualquier heredero que Walda le proporcione. Sabe también que no puede confiar en él desde lo personal y, de hecho, es por eso que sondea al heredero de los Greyjoy. Pero, además, es consciente que Ramsay vive en una falsa seguridad: esos compañeros que le festejan sus atrocidades no son sus hombres. Siguen siendo los hombres del señor. Y el señor del Norte es Roose.
¿Qué ha quedado de esto en la serie, desde que promediaba la quinta temporada? Poco y nada. A Lord Bolton lo soprenden con la guardia baja, y no hay un solo guardaespaldas que atine a moverse ante el magnicidio. De hecho, no hay ningún soldado presente mientras ocurre el intercambio. Todo pasa ante dos únicos testigos: el horrorizado maestre, y el heredero de los Karstark (que, seguramente, no va a vivir demasiado para esparcir el rumor). Los crímenes de este Roose edulcorado de la pantalla tienen que ver con cuestiones impensables, no sólo para el libro sino para las temporadas anteriores: un exceso de confianza, un exceso de sensibilidad. Justamente en un personaje que se caracterizaba por su sobriedad y la ausencia de toda pasión.
Muchas personas se han lanzado a delinear paralelismos entre la muerte del guardián y el asesinato de Robb Stark. Han hablado de karma, de justicia poética. Ante eso, es interesante rescatar dichos del propio McElhatton a la revista Vulture, que lo entrevistó poco después de la emisión del capítulo. Comentó el actor que la forma en que se filmó la escena fue revisada por el director en el mismo momento de rodarla. Aparentemente, en una primera instancia se suponía que Ramsay venía premeditando el asesinato, pero Jeremy Podeswa consideró que era mejor pensar al personaje actuando por impulso. Desde lo personal, también me cierra más esta interpretación, y considero que Iwan Rheon nos transmitió justamente eso: la ira, la inseguridad, la determinación del joven que ve peligrar su futuro, la irracionalidad del enfermo fuera de sus cabales e, inclusive, el momento de pánico al caer en cuenta de la magnitud de lo realizado, no exento de un grado mínimo de remordimiento, terminando por la decisión de arrostrar los hechos y sacarles el mejor partido posible. A su manera, rota y disfuncional, había afecto entre ese padre y ese hijo, y realmente eso nos hicieron ver tanto Michael como Iwan. Por eso digo, desde lo actoral, el trabajo fue impecable.
Pero, volviendo al asunto de los paralelos, la ausencia de premeditación ya sería un elemento claro para separar estos hechos de lo sucedido en la Boda Roja. Y profundizando la cuestión, tengamos en cuenta que, según McElhatton, hubo una voluntad deliberada desde los propios Weiss y Benioff de filmar la escena como si fuera un espejo. Pero un espejo no es un paralelo. De hecho, creo que está más que claro que desde lo estético se ha logrado una visión especular, pero considero que no se pasa de eso. Es un hecho estético, nada más, un hecho visual. Desde este punto podemos ver que la expresión de Roose al ser apuñalado guarda similitud con la de Robb, que el ángulo desde el cual se clava el cuchillo es el mismo, que la manera en que ambos hombres caen es visualmente muy parecida. Pero termina ahí. Las similitudes no llegan a ser más profundas y, me pregunto, habida cuenta de las veces que en esta serie se ha subestimado el intelecto de los televidentes, si en algún momento se habrá pretendido otra cosa. Y otro tanto podría decirse del holocausto al cual son sometidos Walda y su bebé, cuestión que ha sido equiparada al asesinato de la reina Talisa encinta. Aquí ni siquiera se atuvieron a la semejanza visual. Ni las circunstancias, ni los móviles, ni el contexto resultan equiparables. 
Pero voy a ir más allá y me atreveré a contarles mi propio paralelo, que me animo a pensar les salió de casualidad. No porque no considere capaces a David y Daniel de hacerlo, sino porque me parece que sus tiros no van por ese lado y que jamás se avendrían a parear a su héroe estrella con el bastardo de Bolton.
Y sí, para qué lo voy a negar, la muerte de Lord Bolton me retrotrajo inmediatamente a otro asesinato de un gran líder entrado en años: Lord Tywin Lannister. Y los puntos en común no tienen solamente que ver con el hecho que, a sus respectivas edades, tanto Michael McElhatton como Charles Dance siguen teniendo un porte capaz de arrancarle un suspiro a la más fría (perdonen, este es el blog de la loca doméstica, no podíamos sustraernos al comentario fangirlero barato). Permitámonos por un momento pensar lo siguiente:

  • Ambos eran maestros en el juego de las estrategias: tipos fríos capaces de cualquier cálculo.
  • Los dos estaban en la cima de su poder.
  • Generaban un temor reverencial en sus subordinados.
  • Tenían relaciones extrañas con sus hijos.
  • Son asesinados por sus hijos en un rapto de ira.
  • Están con la guardia baja cuando acontecen los sucesos.


Qué les voy a decir, yo encuentro en esto bastantes similitudes. ¿Casualidad? Puede ser, pero para no ser premeditado les ha salido bastante bonito. Eso sí, claro, ¿cómo se me ocurre? Hacer este paralelo significa comparar a uno de los personajes más populares, Tyrion Lannister, con uno de los más odiados, Ramsay Bolton. Y sí, evidentemente quedo como candidata a la lapidación. 

Para los que hayan leído hasta aquí y ya me conozcan, seguro les va a resultar sorprendente que haya podido escribir este artículo con tanta aparente mesura y tranquilidad. No se dejen engañar por las apariencias. Todavía lloro la muerte de mi amado guardián. No les perdono que lo hayan hecho quedar como un imbécil. Pero también soy consciente que no se cae por un Bolton sin pagar luego en sufrimiento el precio de nuestra osadía. Desde el principio, desde aquel sueño tan inquietante como seductor, hace casi tres años, supe que esto terminaba en lágrimas. Pero está bien. Así son las cosas.
Adiós, mi monstruo, adiós. Siempre serás mi villano favorito.

martes, 12 de enero de 2016

"Ya no sos mi princesita". Star Wars y la ilusión del tiempo detenido.

"Ya no sos mi Margarita,
ahora te llaman Margot"

Margot.
Celedonio Flores, Carlos Gardel, José Razzano

Lo primero que voy a aclarar es que mantendré este artículo libre de spoilers, por respeto a todos aquellos que aún no hayan podido ver el Episodio VII de Star Wars (o que no hayan querido hacerlo, pero lo planeen para el futuro).
Lo segundo que debo decir es que soy fan de este universo fílmico desde hace mucho, no desde "el principio" (porque en 1977 yo tenía apenas un añito) pero sí desde la escuela secundaria cuando, preparando el lanzamiento de las ediciones remasterizadas de la trilogía original, una cadena de cable que ahora mismo no recuerdo emitió ad nauseam aquellas tres legendarias películas. De alguna manera, La Guerra de las Galaxias ocupó su parte en mi paisaje de formación, para bien o para mal... ese es otro cantar.
Aclaro esto último porque, en general, quienes venimos siguiendo la saga desde tanto tiempo atrás hemos desarrollado hacia ella un sentimiento de familia que, en mayor o menor medida, contribuye a teñir desde lo emotivo nuestra apreciación de la misma. No digo que seamos incapaces de una observación imparcial, pero sí que este "fanatismo veterano" debe ser tenido en cuenta a la hora de interpretar nuestras opiniones al respecto. Por ejemplo, en mi caso, sinceramente no considero muy buenas las tres películas que integran lo que se ha dado en llamar "precuela", de hecho han terminado por no gustarme y les encuentro gruesos errores (por no decir horrores) de continuidad y de interpretación... pero de todas maneras las tolero, las he visto varias veces (dos veces en el cine a cada una, inclusive), simplemente porque son "la historia de la familia" y como tal tienen un lugarcito en mi corazón. Con cualquier otra franquicia dudo que hubiera pasado de Episodio I... pero es Star Wars, es la historia de Vader antes de ser Vader y eso vale el sacrificio, al menos para mí, que aún soy capaz de gritarle "¡Sueeeegroooooo!" si me lo cruzara por la calle. Pero no nos adelantemos, que de eso ya vamos a hablar.
Lo mejor y lo más flojo de la precuela en una sola foto: Ewan McGregor haciendo un Obi Wan que realmente parecía la versión joven de Alec Guiness (el flaco se debe haber estudiado hasta la cadencia para hablar de Sir Alec...) y Hayden Christensen. No quiero ser mala, pero me sigue pareciendo una de las interpretaciones con menor expresividad que he visto en mi vida. Tal vez haya sido que el guión no lo ayudaba... Igualmente, como ya les dije: SUEEEEEEGROOOOOO!!!!!

Bueno, vamos al tema de una buena vez.
De más está aclarar que uno de los grandes ganchos de El Despertar de la Fuerza fue el de volver a poner en la pantalla grande a los tres miembros del trío protagónico original: Han, Leia y Luke. Como era lógico suponer, la ficción ha debido hacerse eco del paso del tiempo y por eso los reencontramos ya en su madurez. Para mí fue alucinante volver a ver a Carrie Fisher, Harrison Ford y Mark Hamill actuando en la misma película, y la verdad es que no me importa ni cinco que ya no sean los muchachos de antaño. ¡Al contrario! Es fenomenal la manera que se han humanizado sus personajes merced al oficio que los tres han ido logrando por el mero transcurrir de los años. Le ha conferido a la historia una dosis de realismo, de cotidianeidad y espontaneidad que la vuelve entrañable.
"Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos" ¿¿¿¿Y A MÍ, QUÉ ME IMPORTA????

Lamentablemente, no faltaron los quejosos de siempre. Pero lo que hizo que mi alarma feminista comenzara a sonar con todo brío fue que, en general, las críticas estaban centradas en la figura de la señora Fisher.
¡Caramba, cuánta alharaca en torno del aspecto de Leia! Que si envejeció bien, que si envejeció mal. Que si representa más edad de la que tiene, que si estuvo enferma, que si pasó por tal o cual problema, que si hizo esta o aquella terapia. Que si, oh madre mía, ya no se puede poner el famoso bikini de esclava de la escena en la barcaza de Jabba el Hutt (bikini que merecería párrafo aparte por lo al divino botón de semejante exposición, que nada quitaba ni añadía a la trama, que Carrie aborreció desde un principio, que cosificaba a un personaje con el temple y el valor de mi preciosa princesa, etc...). A ver, señores... ¡pasaron más de treinta años desde que esa dichosa escena fue filmada! Quiero verlos a ustedes, hombres cincuentones, ponerse la ropa que usaban a los veintipocos y ver si les sigue quedando bien. No sólo es ridículo, también es insano. Es como si yo pretendiera que hoy, a mis casi cuarenta y después de haber traído dos criaturas al mundo, me siguiera entrando el vestido que usé para mi graduación en la escuela secundaria.

Ay, mi prince, yo te encuentro hermosa en todas las maneras en que una dama puede serlo...

Pero es así, tristemente, la cosa es así. Da la impresión que alguno pretendía el no paso del tiempo por el cuerpo y la mente de esta hermosa mujer. Por suerte, esto no ha ocurrido. Basta escuchar cualquier entrevista que haya dado Carrie Fisher en estos últimos meses para caer en cuenta de su tremenda lucidez, de la gracia, la elegancia y la serenidad que le ha provisto el paso de los años, de la fortaleza y la entereza conque ha salido adelante enfrentando graves situaciones. Es una auténtica dama que no tiene desperdicio... y tal vez lo sea precisamente porque ya no le sienta más el bikini de esclava, y porque por decisión personal y bajo ningún punto de vista volvería a ponérselo.
Y mi razonamiento no se detuvo ahí. Mal que le pese a alguno, me vi en la imposibilidad de no establecer comparación entre el fanboy de Leia (por lo menos el fanboy quejica, estoy segura que no son todos, ojalá sean sólo una minoría) y la fangirl de Han o de Luke. Y las diferencias que encontré me dejaron apabullada.
Fui al cine con la misma amiga que me ha acompañado a ver todos los episodios de esta entrega, y que en su momento era incondicional de Han Solo (digo en su momento porque ella creció y dejó esas cuestiones en el anecdotario, no como otra que suscribe...); ella se sentó a mi izquierda. A mi derecha me tocó en suerte otra mujer, también admiradora del mercenario más comprador en la historia de la ciencia ficción. Y esto lo supe porque en la primera escena en que apareció Harrison Ford la escuché decir por lo bajo: "Ah... el amor de mi vida..." Y se notaba que a ella no le importaban las canas, ni las arrugas, ni ninguna evidencia del paso del tiempo, en la medida que el personaje estaba bien actuado. Era Han Solo, otra vez, en pantalla, con unos cuántos años y marcas más, pero era él. Con sus frases típicas, con sus ideas locas, con esa forma de comprometerse con las causas que parece a desgano y porque no le queda otra, pero que todos sabemos en el fondo es de corazón y sin ambages. El aspecto físico era lo de menos.
Con las mañas y la chispa de siempre. Un grosso...

Y qué les voy a decir de mí. Entre tanto chongo fílmico y literario, entre tanto amor platónico y tanto caballero de papel o de celuloide por los cuales he perdido el sueño, hay solamente uno que ha sabido despertar los celos y hasta las iras del Santo Varón. Sí, señores, ése que era un poco bajo para soldado de asalto pero igualmente estaba ahí para rescatarte, el que "no lo podía creer" y por eso fracasaba, el de los ojos azules que me han hecho mal, el hijo de Darth Vader, el Manco original, Luke Skywalker. Y sí, todavía me tiemblan las manos cuando escribo tu nombre, muchacho.

"No me dejes tus ojos que, por mirarte, he dejado mis ojos en cualquier parte"

No les puedo explicar la manera en que mis medias se fueron limpiamente al suelo cuando volví a ver a Markie en pantalla grande. Qué me importan los años. Qué me importa que tenga la edad de mi mamá, que lo hayan puesto a dieta para el papel porque estaba bastante gordito, o que esté lleno de canas. Amo las canas, de hecho, y más todavía si son las de Markie. La fangirl que hay en mí se sentía como si estuviera reencontrándose con un antiguo amante. Había demasiada historia volviendo a pasar por el corazón como para que importaran las nimiedades. Lo único que quería era que me contaran qué había pasado en la vida de uno de los personajes fílmicos que ha sacado lo mejor de mí.
Y claro, comparando esto con las cosas que se dijeron sobre Carrie - Leia, me da un poco de bronca. Porque Carrie está genial, porque hizo un trabajo hermoso, porque se volvió a meter en la piel de un personaje pudiendo decir que no, y porque lo encarnó con la maestría de siempre. Porque pudimos reconocernos en esa Leia de treinta años después, porque realmente era ella, seguía siéndolo, después de tanto tiempo. Y la verdad es que algo tan hermoso no merecía verse empañado por la poca consideración de cierto tipo de fans que, aunque quieran dárselas de profundos, se quedaron lastimosamente en la superficie.
En fin, supongo que cada quien disfruta a sus personajes desde un lugar personal, y yo lo hago desde una visión intimista que valora mucho los rasgos psicológicos, las motivaciones, los gestos que dan unidad y continuidad. No pretendo que todos piensen como yo, pero cuando algo me huele a machismo, como me ha olido este tipo de comentarios que les explicaba más arriba, no me lo puedo callar.
En fin, hecha mi catarsis, escucho opiniones...

jueves, 31 de diciembre de 2015

Una heroína al estilo Chandler: Jessica Jones

No quería dejar que el año finalizara sin escribir alguna entrada, a modo de cierre del ciclo. Podría haber hablado de muchas cosas, pero prefiero dejarles un conjunto de impresiones acerca de una serie que estuve viendo hace muy poco, y que realmente me atrapó, al punto de terminar su hasta ahora única temporada en más o menos una semana. Se trata de la producción original de Netflix, basada en el cómic de Marvel, Jessica Jones.
La verdad es que no soy muy afecta al género, pero la influencia de dos amigos (uno virtual y el otro "presencial") que saben un montón del tema y además lo cuentan de forma fascinante, me animó a internarme en esta ficción. Así que agradezco a Elwin y a Federico por el impulso que me dieron, ya que realmente me lo pasé muy bien con esta historia.
Para entrar en tema, y sin spoilear a quien no haya visto este programa, podemos decir sucintamente que Jessica es una mujer entre los veinte y muchos y los treinta y pocos, que se gana la vida como detective privado, que es una solitaria, aunque de afectos sólidos, y que sale de lo común porque, merced a un accidente, ha adquirido superpoderes. La serie no se adentra mucho en de qué se tratan los mismos, dejándonos ver que la muchacha posee una fuerza descomunal y es capaz de saltar distancias fantásticas, a tal punto que parece poder volar aunque, según ella misma manifiesta, se trata más bien de "una caída controlada". Así las cosas, el motor dramático del relato tiene que ver con la reaparición de Kilgrave, el villano teóricamente fallecido, que actúa como némesis de la protagonista.
Toda la atmósfera en que se desarrolla la historia me llevó a sentir, desde el primer capítulo, que me estaba adentrando en una novela de Raymond Chandler, aunque con condimentos especiales, justamente a raíz de poseer la heroína este tipo de supercapacidades. Pero el halo de nocturnidad, la sordidez de los ambientes en que Jessica se mueve con soltura (aunque permanentemente tenemos la sensación que ella no pertenece a esos ámbitos), los bares, la presencia de los informantes con vida de marginales, y el aire de nostalgia cínica de la protagonista nos remiten al espectro de la novela negra. No me atrevo a afirmar que la Jones sea la versión femenina de Philip Marlowe, pero tienen muchos puntos en común.
Partiendo de lo básico, la profesión: detectives privados, con la salvedad que el protagonista chandleriano no solía aceptar casos relacionados con divorcios y, aparentemente, el seguir maridos o esposas infieles, documentando gráficamente sus andanzas, es el pan de cada día para Jessica. Otro elemento obvio es el cinismo, el aparente desencanto con la vida, el decadentismo de ambos personajes. Los dos viven en ambientes sórdidos, desordenados, oscuros. Ninguno de los dos parece poseer más de lo que lleva encima, y tampoco dan señales de preocuparse por eso. Arrastran su vida personal como si fuera un peso, del cual consiguen olvidarse sólo de dos maneras: trabajando, o bebiendo. Porque justamente otra característica de nuestra heroína es su afición a las bebidas fuertes, las cuales, salvo por alguna que otra resaca, no parecen causarle graves efectos. ¿Será a causa de sus superpoderes? ¿O meramente por el acostumbramiento?
Cuando decidí preparar esta entrada encontré, leyendo sobre las características del detective emblemático de Chandler, un análisis en el cual se comentaba que uno de los rasgos que diferencian a Marlowe de otros personajes similares, es su importante cimiento moral y el hecho que, bajo la fachada del cínico mujeriego, se esconde un hombre de sentimientos profundos, un idealista que, en el fondo, es todo un romántico. Creo que incluso en este punto podemos trazar el paralelismo con Jessica Jones.
Aquí es donde entra a jugar la que se transformó en mi personaje favorito de la serie: Trish Walker, amiga de la adolescencia, casi podemos decir hermana de la protagonista. Nuestra detective no tiene familia (otro elemento que la asemeja a Marlowe) ya que tanto sus padres como su hermano menor fallecieron en un accidente. Luego de esto, la joven fue adoptada por la madre de Trish y, a partir de ese momento, ambas muchachas comenzaron a forjar, con idas y venidas, una amistad que es, por lejos, el vínculo más sólido y sano de todo el programa. Con un pasado de "niña prodigio" sometida  a los dictados de una madre despótica que pretendía resarcirse, a través de la carrera de su hija, de las heridas de todos sus fracasos, Walker ha llegado a convertirse en una locutora radial de sólido prestigio, conduciendo el programa más escuchado de la ciudad. Justamente, el intenso vínculo con Jessica parte del hecho que ha sido su amistad, su apoyo e incluso el recurso a sus poderes lo que le ha permitido romper las cadenas que la ataban a su abusiva mamá. Como contrapartida, Trish actúa cual una suerte de faro que guía a su amiga en caso de necesidad, una especie de ancla que la mantiene con los pies en la tierra, y que se preocupa por su bienestar como lo haría una auténtica hermana. La verdad es que forman una dupla genial.
Los analistas opinan que otro rasgo determinante en Marlowe es que se rehúsa a recurrir a la violencia y al asesinato. En el caso de Jessica, vemos que también rechaza el hecho de matar por matar. Incluso si eso tiene un alto costo, la violencia extrema será para ella un último recurso. En varias ocasiones la vemos ante la posibilidad de matar a su archienemigo, pero considerará que le es más útil con vida. Tendrán que pasar muchas cosas hasta que nuestra heroína se replantee su forma de pensar frente a este tipo de crimen.
Ante tantas similitudes, llega un momento en que uno se detiene a reflexionar, y surge la pregunta: ¿Es Jessica Jones un calco espejado de algún personaje masculino, que se ha pretendido transformar en mujer para tener contentas a las feministas? ¿Hubiera dado lo mismo que, en lugar de Jessica, la serie estuviera protagonizada por un James?
Mi respuesta es que no. Precisamente por la relación de la que hablé más arriba: el vínculo fraternal con Trish, creo yo, no podría haber quedado tan bien plasmado si el lugar de Jessica lo ocupase un personaje masculino. No es porque no crea en la amistad entre hombres y mujeres, que sí creo en ella, sino porque el tipo de nexo que estas dos jóvenes entablan tiene rasgos que sólo se ven en la fraternidad de mujeres. No sé muy bien cómo explicarlo, pero creo que cualquier chica (de cualquier edad) que vea la serie podrá sentirse reflejada, junto a su mejor amiga o a su hermana confidente, en el lazo que une a Jess y a Trish.
De hecho, la serie está llena de personajes femeninos convocantes. Otro de los que más me movilizaron fue el de Jeri Hogarth, una abogada de renombre, cortante y precisa como un bisturí, manipuladora y bastante floja en cuanto a escrúpulos profesionales, interpretada de forma impecable por la célebre Carrie - Anne Moss. Este personaje, genio y figura de lo que en mi país llamaríamos "un ave negra" o "carancho", que es la manera en que se le dice a los abogados más interesados en lucrar con la justicia que en edificarla, contrata eventualmente a Jessica para conseguir pruebas que le permitan cerrar exitosamente sus casos. Como condimento, Jeri es lesbiana, está casada, engaña a su esposa con su secretaria (quiero hacer la salvedad que nada de esto es spoiler, queda claro desde el primer episodio), y esta situación la lleva al borde del divorcio. Como personaje es tremendamente interesante y está actuado con maestría.
Otra vez me surge la pregunta: ¿podríamos poner un hombre en el lugar de Jeri? ¿Las cosas serían diferentes, en ese caso? Esta vez, mi respuesta es distinta. Tengo la sensación que no se perdería ni se añadiría prácticamente nada si el personaje de la abogada lo representara un varón, más allá del obvio hecho que siempre es bienvenido que la ficción refleje la pluralidad de orientaciones sexuales que hay en nuestra sociedad. Desde ese punto de vista, me parece perfecto que se incluya la homosexualidad femenina y que se la presente en el contexto de una pareja estable con sus idas y vueltas.
Pero hecha esta salvedad, estuve investigando un poco y me encontré conque en el universo del cómic, el personaje en que está inspirado la doctora Hogarth es un hombre, tal como se explica en este enlace. La verdad, les confieso que esta situación aún me provoca sentimientos encontrados. No sé si me parece positivo o negativo el hecho que, por una vez que aparece una lesbiana en la ficción, y encima en un papel interesante, la guionen de manera que quede casi intercambiable con un varón. Por un lado, me enoja un poco. Creo que le quita singularidad al personaje, que podría haber sido claramente distintivo, desmarcándose un poco del típico trepador que sienta en sus rodillas a la secretaria. Por otra parte, no lo veo del todo mal, porque nos hace enfrentar el hecho que la falta de escrúpulos no es privativa de un sólo sexo. Supongo que no era cuestión de dar por sentado que, por ser una mujer homosexual, tenía que estar más allá de este tipo de situaciones. Pero, por otro lado, me sigue sonando a que los guionistas se limitaron a tomar un papel masculino y ponerle faldas. Les repito, todavía no termino de procesar lo que siento y opino sobre el particular; sus puntos de vista serán muy bienvenidos.
Más allá de esto, no tengo más que buenas calificaciones para esta serie. Me entretuvo, me mantuvo enganchada de principio a fin, los personajes en general me parecieron convincentes y entrañables. Y eso que no hablé nada de unos cuántos que merecerían párrafo aparte, como Malcolm, el vecino de Jessica, o el propio Kilgrave, que es un villano con profundidad, y le escapa al estereotipo del "malo porque sí". Por lo tanto, no me queda más que recomendarles, si aún no la vieron, que lo hagan. Déjense llevar por Jessica a su universo digno de Chandler: estarán en buenas manos.
¡Y muy feliz año nuevo para todos!

sábado, 28 de noviembre de 2015

Navíos... de todo tipo.

Desde chica me ha gustado escribir, aunque reconozco que soy un desastre. Hace rato que no me daba una vuelta por este lugar y, como no quisiera que este blog languidezca del todo, he decidido que, por lo menos, les voy a dejar este cuentito que acabo de terminar. Me comprometo a regresar, en breve, con alguna reseña más interesante, ya veremos específicamente de qué tema en especial.
De momento, les acerco este relato...

Navíos.- 


Amanecía lentamente sobre las aguas del puerto. Desde su ventana, mientras saboreaba el primer café del día, Henry observaba las embarcaciones y meditaba sobre el año que estaba a punto de terminar. El aire estaba lleno de sonidos. Algunos provenían del exterior, como los graznidos de las aves que ya comenzaban a disputarse los restos de pesca; otros eran más cercanos, y generaban una atmósfera de grata intimidad hogareña, como el suave suspiro de la respiración de Cathy, aún dormida a sus espaldas.
Ahora que se tomaba su tiempo para pensarlo, aquel había sido un año extraordinario. Y no sólo por haber podido, finalmente, concretar su matrimonio con quien fuera su novia de toda la adolescencia. El joven debía reconocer que, aunque le resultara inevitable sentir un pinchazo de culpa, haber recibido su primera comisión como capitán de fragata era el hecho en torno del cual estaban vertebrados los últimos meses.
Convenientemente alojados en una edificación de la zona portuaria, los esposos habían ordenado su habitación en una estancia que daba a los muelles. Desde la ventana del cuarto matrimonial, Henry podía deleitarse en la contemplación de los mástiles de su navío, surto en el amarradero junto con otros tantos de la Real Armada. Pero, para él, los tres palos de la Eliza era especiales, más esbeltos, más elegantes, más sólidos que los de todos los barcos allí amarrados.
Sonrió brevemente frente a ese pensamiento. Era evidente que, como capitán, se hallaba enamorado de su embarcación, y con esa óptica no siempre imparcial la contemplaba. Por lo que sabía, lo mismo le ocurría a todos aquellos que lograban llegar a un puesto de comando.
La guerra contra Francia napoleónica había alcanzado un punto sin retorno durante ese año, y por tal razón, varios tenientes habían sido promovidos a capitanes y comisionados con su primer barco. Henry se contaba entre ellos, promoción que le había granjeado la holgura económica necesaria para casarse y establecerse. Pero había disfrutado poco de su nuevo hogar, ya que los meses pasaron yendo y viniendo por el Canal y por la costa bretona, en una misión tras otra.
Cuando se hallaba en alta mar, no siempre tenía tiempo de extrañar a su esposa. Cuando había calma, cuando el enemigo no intentaba abandonar los puertos o burlar los bloqueos, entonces sí, podía pensar en ella. Pero en medio de las escaramuzas y los bombardeos, cuando había que cañonear al enemigo o evitar que abordara, o cuando se reunía en consejo de guerra a planear la próxima operación, era difícil encontrar un momento para añorar el hogar.
En cambio, cuando estaba en casa, aunque fuera por pocas semanas, las cosas eran diferentes. Henry no podía afirmar que echara de menos la guerra, el fuego cruzado, las privaciones. Ni siquiera extrañaba demasiado a sus compañeros de armas. De hecho, la presencia gratificante de su mujer le hacía olvidar, de momento, tales compañías. Pero anhelaba a su barco. Le parecía raro que el suelo no se moviese bajo sus pies. Se despertaba a medianoche, sobresaltado porque no oía los crujidos de los maderos que formaban la obra viva, o el azote de un cabo suelto al viento, golpeando rítmicamente sobre la cubierta, o el susurro permanente del velamen, allá en lo alto de los mástiles.
Mal que le pesara, extrañaba a la Eliza. Cathy era su esposa y la amaba entrañablemente, pero su embarcación siempre sería algo así como una amante. Ese era el sino secreto de todos los capitanes. Y esa era la razón por la cual, si las cosas iban mal, ninguno quería sobrevivir a su navío. Debían hundirse con él.

* * * * * * *

El planeta estaba muriendo.
Maat lo sabía, y Merneith también. Ya había pasado la etapa en que el Alto Consejo pretendía ocultar la verdad para evitar el pánico. Ahora todos estaban enterados de la dimensión del peligro que corrían, porque solamente el esfuerzo mancomunado podía llegar a salvar aunque fuera las semillas de su civilización, arrojadas al azaroso espacio.
El planeta sucumbía, víctima de la contaminación generalizada. La generación de los padres de Maat había tomado consciencia de ello, y había educado a su progenie en la cultura del cuidado de la naturaleza. Habían sustituido las energías fósiles por otras renovables y limpias. Habían limitado el consumo exagerado, habían generado una ideología de uso igualitario y responsable del ambiente. Pero las medidas llegaron demasiado tarde, cuando el mundo ya no estaba en condiciones de sobreponerse. O lo haría, sí, seguramente... pero a un ritmo demasiado lento para garantizar la sobrevida de sus pobladores más evolucionados. Si es que aún se podía hablar de evolución.
Por esa razón se habían construido las naves. Grandes arcas espaciales en las que podían albergarse toda la información, todo el legado técnico, genético y artístico de la civilización, con la esperanza que encontrase algún planeta en el cual afincarse y comenzar de nuevo, esta vez con una mayor consciencia, con una mejor sincronización entre la sociedad y su medio.
Pero las grandes naves suponían una dificultad que, por un momento, pareció insalvable. La complejidad en su diseño, la multiplicidad de funciones, la necesidad de tomar decisiones de manera creativa, llevaron a que sus diseñadores decidieran dotarlas de una inteligencia superior. Los navíos no serían meras máquinas, sino que su corazón sería una conciencia viva: la conciencia de una persona.
Merneith fue una de las primeras en ofrecerse para el sacrificio. Ella se convertiría en la conciencia de una de las naves pioneras. Maat nunca supo demasiado bien qué había llevado a su compañera a tomar semejante decisión, pero la acompañó en todo momento. Estuvo allí mientras la entrenaban. La escuchó cuando ella soñaba en voz alta, imaginando el nuevo mundo en que su navío tocaría tierra. La abrazó durante la noche previa a los procedimientos, mientras recorrían por última vez todos los senderos que iban de la ternura más simple al deseo más irrefrenable. Y estuvo presente en la sala de operaciones, observando el proceso mediante el cual su amada se transformaba en un cyborg, su cuerpo inserto en la estructura del vehículo interestelar, sus nervios conectados con los mandos que la dirigirían, su conciencia potenciada y ensamblada en los ordenadores de vuelo.
Y entonces se ofreció para ser su piloto.
Todas las aeronaves funcionaron de esa manera, combinando dos conciencias, una interna y otra externa. Pero debían pertenecer a individuos con una fuerte compenetración recíproca, para que el entendimiento fuese casi automático. Por esa causa, en la mayoría de los casos, el cyborg de navegación y el piloto tenían vínculos profundos. Parejas, padres e hijos, hermanos gemelos, fueron algunas de las múltiples combinaciones que se dieron.
Y así los navíos espaciales abandonaron el planeta moribundo, llevando consigo los gérmenes para un nuevo despertar, allí donde fuera posible o preciso.

* * * * * * *

Maat estaba ya a las puertas de la ancianidad cuando la nave-Merneith llegó a la vista de su destino: el tercer planeta de una estrella mediocre, en el ala más externa de una galaxia del montón.
La voz de la aeronave resonó en su cabeza:
Detecto múltiples formas de vida, pero una sola forjadora de cultura. Se encuentra diseminada por cinco de seis continentes, con una misma carga genética y en diversas manifestaciones materiales. La mayoría viven de la caza y la recolección. Unas pocas han desarrollado agricultura. Intentaré acercarme para descender sobre aguas tranquilas, cerca de las costas de una de estas últimas.
Ingresaron en la atmósfera según lo planeado. Con la elegancia de un enorme cetáceo, el navío estelar se posó sobre las aguas de un mar tranquilo, en la confluencia de tres de los continentes habitados.
Pero entonces, los estabilizadores de flotación fallaron, y la nave-Merneith comenzó a hundirse.
Maat habría decidido permanecer en ella, hundirse con ella, dormir con ella en las profundidades de ese mar desconocido, pero su amada fue implacable.
Si ambos morimos, todo este sacrificio habrá sido para nada. Así que vete de aquí. Toma el equipo mínimo, aunque sea, y sal a la superficie. ES UNA ORDEN, COMANDANTE.”
En cierta manera, esa sería su última voluntad, y era obligación honrarla.

* * * * * * *

El desconocido había llegado desde el mar, arrastrando sus viejos huesos y un extraño hato que le servía de equipaje. Hablaba una lengua ignota, pero prontamente logró hacerse entender. Los hermanos del clan pensaron que era cosa de magia, eso de comenzar a comunicarse como los hombres en tan poco tiempo.
Era raro, el abuelo, con sus cuentos de mujeres que se volvían carretas que se desplazaban por el cielo. Pero también era útil, con sus consejos para construir canales que llevaran el agua del río hasta sitios alejados, o con sus indicaciones de cómo y cuándo sembrar para que el plantío aprovechara las crecidas.
Cuando sintió que sus días se acortaban, dedicó varias lunas a enseñarles cómo debían trabajar la madera para construir carros que corrieran por el río e, incluso se internaran en las aguas grandes. Cada vez que miraba el mar, sus ojos se inundaban como los campos en la época de las crecientes.
Una vez que la primera embarcación estuvo terminada, eligió a uno de los hombres para que subiera a bordo con él. Con el cariño de un padre, le enseñó a pilotearla.
“La nave es una mujer, y como tal debe ser tratada. Ella será tu compañera, si sabes hablarle te llevará tan lejos como tú quieras. Debes aprender a oírla, a respetarla, a seguirla. Sólo así lograrás que te acompañe en lo que necesites. Si tu barca sufre, tú sufres con ella. Si es feliz, tú también lo eres. Nunca la abandones en la adversidad. El destino de ambos debe ser uno solo.”
Al anochecer, el viejo Maat, navegante de las estrellas, se despidió de los hombres. Lentamente, avanzó mar adentro, dejando que las olas fueran engulléndolo. Cumplida su misión, lo único que quería era descansar otra vez en el seno de Merneith, su esposa, su amante, su nave.

* * * * * * *

Henry terminó el café casi al mismo tiempo que el susurro de las sábanas le indicaba que Cathy estaba moviéndose en el lecho, a punto de despertar. Era hora de alcanzarle una taza a ella, también.
Su mirada amorosa acarició, una vez más, los mástiles de la Eliza, antes de retirarse de la ventana.
“El capitán debe hundirse con su barco”, volvió a pensar, sonriendo, mientras sentía una extraña melancolía. No sabía de dónde venían esas palabras y esa costumbre, pero lo conmovían, lo llamaban como algo nacido en la noche de los tiempos.

 No tenía forma de saber que, como todos los capitanes, era heredero del amor entre el primer navegante del mundo y su barca-esposa.

domingo, 23 de agosto de 2015

Dos tipos recios, de buen corazón.

"Los hombres son simples", reza una conocida frase. Simples, fáciles de entender, sin vueltas, por contraposición a las mujeres, que seríamos las enroscadas, las complicadas, las que le andamos buscando la quinta pata al gato.
Bueno, pues a mi humilde entender, el sentido común no siempre da en el clavo. Los hombres no son simples. A lo sumo son sencillos de contentar, que no es lo mismo. Por lo menos en mi experiencia, los caballeros se conforman con poco: precisan la barriga llena, un rato de silencio y soledad diarios... y tener satisfechas esas otras necesidades que ya sabemos (a fe mía, suelen quejarse del mal humor de una dama "deficientemente atendida" pero... mi madre, líbrame del macho disconforme en la cama, porque es francamente inaguantable...)
Como les decía, que se den por cumplidos con poco no significa que sean simples. De hecho, agradezco su complejidad. ¿Se imaginan lo aburrido que sería convivir con un hombre que tuviese nomás dos o tres compartimientos en su cabeza? ¿Con un tipo carente de intereses y de profundidad, que no se cuestionara el sentido de su vida ni sus objetivos? Habrá hombres simples, probablemente, como también debe haber mujeres fáciles de entender. Pero la verdad, los prefiero complicados. Contradictorios. Capaces de hacerse preguntas, de replantearse el camino si es necesario. Capaces de no ser "turistas de la vida", de tomar decisiones jugadas aunque eso implique después reflexionar - y aún arrepentirse - acerca de lo oportuno de la opción.
Ese carácter complejo es el que, por lo general, hace que tal o cual personaje de ficción me resulte atractivo. "El antihéroe en la encrucijada" suele ser parte del cóctel mortal que transforma a un cualquiera en un chongo. A veces, incluso, me es posible descubrir un perfil reiterativo en los personajes que me gustan. Y eso resulta muy claro si comparamos, en particular, a Miles Matheson (Revolution) y Alexander Mahone (Prison Break).
¿Qué tienen en común ambos antihéroes? Bastante más de lo que parece a simple vista. Bastante más que el hecho de ser interpretados por dos Guillermos (Billy Burke y William Fichtner) que, casualmente, cumplen años con pocos días de diferencia a finales de noviembre, y tienen hasta una forma de pararse y caminar, por cierto, similar.
Comencemos por el principio: los dos personajes formaban parte, originariamente, de las fuerzas de seguridad. Matheson pertenecía al cuerpo de marines antes de producirse el "apagón" que es centro del conflicto en Revolution. Mahone se presenta en la ficción de Prison Break como el agente especial del FBI, encargado de capturar a los fugados.
Ambos actúan, en sus orígenes, impulsados por profundos valores y, en nombre de ellos, son cegados por su celo personal y terminan cometiendo errores de temer.
Como ya mencionara en otro artículo, la necesidad de tomar medidas para poner freno a la caída en la barbarie, para sofrenar la lucha de lobos que se desata en el mundo postapocalíptico del apagón, es lo que llevó a Miles a la creación de la Milicia, brazo armado del gobierno de Sebastian Monroe. Es sabido que, en un principio, no imaginaba que estaba creando un monstruo. Frente a los abusos que los circunstancialmente más fuertes cometían en contra de los débiles, Matheson supuso que era beneficioso tomar sobre sus hombros la responsabilidad de mantener el orden. Qué orden, esa fue otra cuestión. Pero es imposible dudar de sus buenas intenciones. Se consideró con la suficiente capacidad para hacerse cargo de la protección de un cierto estado de justicia, sólo para descubrir después que la situación se le escapaba de las manos.
El celo por la justicia es también el valor que precipitó la caída en desgracia de Alex. Comisionado por el FBI para dar captura al prófugo Oscar Shales - al cual él mismo describe como asesino, torturador y violador - llegó a obsesionarse por su misión. A tal punto que, habiendo capturado al reo, no confió en que el sistema legar llegara a darle su merecido. Ante la posibilidad que el delincuente pudiese burlar al aparato judicial y terminar reduciendo su condena o saliendo en libertad, merced al recurso de contar con buenos y caros abogados, Mahone decidió que correspondía hacer justicia por mano propia. Lo ejecutó y lo enterró en el jardín de su casa familiar. No deja de percibirse cierta soberbia en este tipo de actitud.
En ambos casos, las consecuencias de sus acciones persiguen a los personajes. Sus vidas cambian para siempre. Ya no podrán disfrutar de los placeres simples que, hasta ese momento, podían tener. La vida de familia en el caso del agente del FBI, y la amistad en el del ex - marine, se envenenan por los resultados de las decisiones tomadas, hasta tal punto que ambos deciden alejarse de aquellos a quienes más aprecian, sencillamente porque se dan cuenta que les hacen más daño que bien. Matheson pasa a la clandestinidad, convirtiéndose en un ignorado barman. Mahone continúa con su trabajo policial, pero se divorcia de su esposa.
Las situaciones límite les dejan secuelas y, en los dos casos, buscan evadirse del dolor recurriendo a sustancias que les permitan olvidar las circunstancias, o bien manejarlas como si no importasen tanto. Miles ahoga sus penas en alcohol, en tanto que Alex se vuelve adicto a los ansiolíticos.
Son personajes quebrados por sus propias decisiones, pero ese abatimiento no les impiden continuar actuando porque, a la vez, son hombres de acción. Se definen en su obrar, y eso los mantiene vivos, los impulsa. Necesitan abrazar una causa, por pequeña o personal que sea. Y en ambos casos, el rol de los afectos será fundamental. Lo que saca a Matheson del anonimato es el pedido de auxilio de sus sobrinos. El motor que moviliza a Mahone es, primero, la ilusión de recuperar a su familia y, después, el anhelo de vengar los dolores que a ésta se le han causado.
Y el tema de la familia nos centra de lleno en la complejidad de los personajes. Me consta que puede resultar gracioso, pero creo que el rasgo que más define a estos dos antihéroes el la ternura recia. Porque al mismo tiempo que son predadores de cuidado, capaces de cometer asesinato sin que les tiemble el pulso cuando ven la necesidad, se desviven por aquellos a los que aman y son capaces de cuidarlos con fina dedicación. En general, se conmueven ante los débiles. No son los típicos abusones que intentarán sacar ventaja de los menos afortunados. Porque, en el fondo, si han fallado, si han caído en desgracia, ha sido por intentar defender a esos débiles. Equivocando los medios, claro, pero con buenas intenciones. Guiados por un inconfundible buen corazón. Corazón acorazado, que les permite ser feroces y aún crueles en su búsqueda de justicia... pero también sensible, también vulnerable.
Yo no creo ni que Revolution ni Prison Break hayan sido pensadas como algo mucho más meduloso que chicle mental, recreación, oportunidad para que el ciudadano promedio se despeje con una ficción que lo aleje de sus preocupaciones cotidianas. Lo cual es perfectamente válido. Pero cuando uno se encuentra con este tipo de personajes, interpretado con la maestría que demuestran Burke y Fichtner, cada uno a su manera, sencillamente se agradece. Se agradece que no todo sea blanco o negro, buenos y malos, policías y ladrones. Se agradece que el policía sea un tipo conflictuado y que sufre, que transita toda la gama de los grises morales. Se agradece que el líder se equivoque, que pague por ello y que se arrepienta. Es genial que los hombres de ficción sean, a veces, tan encantadoramente complicados como nuestros compañeros reales.

jueves, 30 de julio de 2015

Pidamos, que para rebajar hay tiempo...

Advertencia:
Ésta no es una entrada analítica. No voy a hacer una crítica profunda de ninguna serie, peli o libro. Nada más voy a compartir con ustedes un par de ideas locas que me rondan el cerebro y que, pienso, a lo mejor le sacan una sonrisa a alguien (o una mueca de espanto, vaya uno a saber). Así que si no pueden permitirse perder cinco minutos en tonterías, están absolutamente excusados de seguir leyendo. No se van a perder de nada y por supuesto que nadie se va a ofender... ;)
Advertencia 2:
Este texto puede tener un peligroso nivel de chonguismo, y encima del más explícito. Siga leyendo bajo su propia responsabilidad.



No estamos en vísperas de Navidad, ni se acerca el día de las Madres ni nada parecido, pero me han entrado ganas de armar una "wishlist", como dicen por ahí. Una lista de deseos (imposibles), hablando en criollo, por supuesto y como es el tema de este blog, relacionados con el mundo del cine y las series.
Todo comenzó un par de noches atrás, cuando conversando con Amiga del Alma le comenté el último punto que referiré aquí, y ella me contestó algo así como "A vos se te ocurre cada cosa, nena..." Y sí, tiene razón, puestos a imaginar posibles fancast y cuestiones por el estilo siempre termino proponiendo situaciones que, lo más probable, nunca se vayan a dar. Por eso se me ocurrió esta locura de organizar las ideas trasnochadas en una lista, y ponerla a consideración de los valientes que todavía me siguen en estas cosas. Así que aquí vamos:

1) Ver a Ioan Gruffudd interpretar a un vampiro elegante.
Aunque nunca hablo demasiado del galés, éste es el epítome del chongo. Busquen "morocho original" en el Diccionario Ilustrado de la Guivi y les sale una foto de Ioan caracterizado como Horatio Hornblower. Para colmo de males, y como siempre sostengo, de todos mis personajes literarios favoritos hay uno solo con el cual me casaría, y es Horatio (más allá de la interpretación que hizo Gruffudd, el personaje ideado por Forester tal cual se nos aparece a lo largo de los diez libros que forman la saga de la marina es mi esposo ideal... y por algo Santo Varón se le parece bastante... sobre todo en los defectos, jejeje). Dicho esto, hace muchos años que vengo pensando en lo bien que le sentarían a Ioan los dientes largos y el jabot típico del vampiro clásico. Circulaba por youtube un fanvid que abonaba esta interpretación...

De Ladyyurico1, nuestra administradora en el foro de debate de Hornblower, hace ya unos siete años... si les digo que este video me quemó un ordenador probablemente no me lo crean...

2) Segunda temporada de New Amsterdam.
Y si les da el cuero, tercera, cuarta, quinta...
New Amsterdam fue una serie preciosa, y no solo porque el protagonista estuviese interpretado por Nikolaj Coster-Waldau (lo cual, indudablemente, le daba un plus a esa producción). La idea era original en su momento, y los personajes resultaban entrañables. John reunía en su persona la carga de cuatrocientos años de experiencia adquirida gracias a la dudosa bendición de la inmortalidad, con la humildad de carácter de quien ha transitado ese tiempo con ánimo de aprender y ser un mejor humano. Justamente por ahí creo que vino la falla de Forever, esa otra serie en la cual olíamos reminiscencias amsterdamianas: malgré el morocho original, Henry Morgan nunca dejó de ser un pedante, y a esta nueva producción la mató la comparación.

Un poco de autobombo nunca viene mal... y hace mucho que no me dedico al fanvid...

3) Josh Groban cantando "So she dances" a dúo con Alessandro Juliani.
Los dos son barítonos, tienen una voz adorable e interpretan las piezas más jugadas con una soltura que hace parecer el canto lírico un juego de niños. Groban ha hecho carrera de ésto. Juliani, por su parte, se ha dedicado más a la producción musical, pero cuando canta (como al encarnar a Felix Gaeta en Battlestar Galactica) puede tocar el corazón más duro. "So she dances" me parece que sería el tema ideal para dar rienda suelta al desvarío auditivo.

El preferido de Amigacha... y si lo cantara con Juliani nos juntan con pala a las dos...

Y ésto es por si no saben a qué me refiero cuando hablo de Felix Gaeta y la voz de Alessandro Juliani...

4) Segundo disco de Billy Burke.
Y sí, lo que pasa es que Removed ya me lo sé de memoria, de tanto escucharlo. Hace años que vengo esperando otro trabajo más de este artista, pero en el ámbito de la música. Cuando hace unos meses estuvo recorriendo Estados Unidos con una obra de teatro musical, me hice la ilusión que tendríamos en breve banda sonora o algo así, pero nada... Más allá de ciertos rumores que indican estaría componiendo, lo cierto es que no tenemos ninguna novedad concreta, y Billy hace rato que no actualiza su blog... Su voz rasposa y sus letras comprometidas con la realidad se extrañan...

Y además, trabaja con la señora... todo un hombre de familia, don Billy...

5) Un western protagonizado por Billy Burke y William Fichtner.
Este fue el deseo que provocó el artículo en cuestión.
Me encantaría encontrar a los dos Guillermos trabajando en un western. Y eso que no soy muy fanática del género, pero ver a esos dos monstruos vestidos de cow-boy (madre mía, si ya tienen el caminar típico del muchacho del oeste, jajaja...) sería un relajo. Sí, señores, el Imperio me ataca por el lado amable, por el costado en el cual sabe que soy débil. Qué diría mi querido Pacha Strelnikov si se enterara...
Lo que no termino de decidir es si quiero que trabajen en equipo o que sean antagonistas. De hecho, no sé a cuál le sentaría mejor el villano. Hay por ahí una película que por muchos motivos no puedo ver, en la cual ambos hacen papeles oscuros (¿oscuros dije? me corrijo: hacen papeles negros directamente), pero no es a eso exactamente a lo que me referiría...

Drive Angry, traducido como Furia Ciega. Billy (Burke) hace de líder de una secta satánica y Bill (Fitchner) es algo así como el cobrador del innombrable... no puedo verla, no puedo, no puedo, no puedo... (PD: Esto de tener dos chongos que se llamen igual me hace acordar a aquel chiste del hombre que se buscaba las amantes con el mismo nombre de su esposa...)

Última cosa en este apartado: ¿seré yo que estoy quedándome corta de vista otra vez, o Fichtner tiene un aire a Clint Eastwood? Estoy viendo Prison Break y me surge esa inquietud... (uh, Guivi, qué tremendo, seguramente esas dudas no te dejan dormir a la noche... seh, me hago bullying sola para evitarles el trabajo a ustedes).


En fin, todos estos parecen proyectos de loco (salvo el número 4, del cual no pierdo las esperanzas). Pero lo mismo pensaba cuando me preguntaba si alguna vez tendríamos al trío original en una nueva película de Star Wars. Y ya ven, ese es un deseo que en diciembre se me va a cumplir, y encima con creces. Porque no sólo vamos a ver a Carrie Fisher, Harrison Ford y Mark Hammil interpretando a los personajes que, en cierto modo, son como nuestra familia de ficción, sino que tendremos en la misma película a Gwendoline Christie. A Gwen!!!!!!!!!!!!! Y eso sí que es algo que nunca me hubiera atrevido siquiera a soñar.

Mark Hammil es, oficialmente, mi fancast para Selwyn Tarth. Súmenlo a la lista de ideas trasnochadas... La foto viene de la página de facebook de Damablanca.

Ahora les toca a ustedes. Sorpréndanme. Mándenme sus fantasías trasnochadas. ¿Qué les gustaría ver en el cine o la tele? ¿Qué combinaciones musicales raras están esperando? ¿Cuáles son los libros aún no escritos que quisieran leer?

domingo, 26 de abril de 2015

Mi "asunto" con los Stark.

"Siempre que haya reunión, será mi opinión
la que en la familia desate algún bardo..."
La Renga. El rebelde.

Fuente: Deviantart.com. Autor:Boshman



Son los niños mimados del gran público. La buena gente, los que te gustaría contar como amigos. En general, todas las palabras que denotan virtuosismo les están asociadas: leales, sinceros, confiables, honestos y honorables. Dentro de la saga literaria de George R.R. Martin, Canción de Hielo y Fuego, así como en su versión televisiva (cada vez más libre y menos adaptación) esta familia aparece fuertemente alineada en el bando de lo que tradicionalmente llamaríamos "los buenos", si es que una calificación así puede utilizarse para describir algo en esta obra artística. Pero sí, qué duda cabe, viéndolo desde una posición simplista, los Stark son los luminosos.
Decían por ahí que es fácil reconocer a un nuevo fan de Juego de Tronos simplemente preguntándole con qué casa se considera alineado. Nueve de cada diez lectores (o televidentes) del primer libro/temporada, suelen decantar por los Stark. Aparentemente, al avanzar la lectura y comenzar a conocer a las demás familias (y teniendo en cuenta la desgracia que parece acompañar siempre a los primitivos favoritos), los porcentajes se reparten mucho más.
No soy la excepción. Es prácticamente imposible no empatizar, al principio, con esta gente, y no sentirse hondamente conmovido por la profundidad de su drama. Pero, he de reconocerlo, muy rápido comprendí que Martin ha repartido por todas las casas (incluso las que teóricamente son más "negras") a los personajes complejos, interesantes e inclusive queribles de esta historia. Para mí los más adorables no son Starks: en mi corazoncito el lugar especial se lo llevan Brienne de Tarth y la pequeña Shireen Baratheon (y agregaría a Walda Frey, pero la verdad es que la mayoría de lo que sé acerca de esta muchachita no pasa de ser headcanon personal).
Sin embargo, mi visión de los Starks dista de ser romántica. Son buena gente, ya lo dije... pero vamos, no son perfectos. Ya sé que no faltarán quienes piensen que estos son argumentos de traidora (no tengo la menor intención de negar mi entrevero con cierto personaje causante, en parte, de las grandes desgracias de esta familia...), pero les aseguro que no, mi problema no son los Starks... he llegado a darme cuenta que lo que me desespera son los starkófilos acríticos.
A ver, un momento. ¡La loca ha sacado de la galera toda una categoría conceptual! Pero antes de explayarme en ese particular, me permito dos palabras acerca de cada uno de los miembros principales de dicho clan.
Eddard (Ned): lo quise como a un padre, en serio lo digo. Un tipo serio, honrado, responsable... se hacía cargo de la que le tocaba (aunque fuera peliaguda y fiera). Pero era un imbécil en lo que hace a  la realpolitik y, además, medio lelo a la hora de proteger a sus hijos. En fin, lo dicho, nadie es perfecto. Una de las cosas que me dan inquina de don Georgie es que, por enésima vez en la historia de la literatura, hizo quedar a las personas honestas como políticamente incapaces. Menos mal que después se rehabilitará con un Doran Martell, donde quedará claro que la astucia no es patrimonio exclusivo de los hombres sin escrúpulos.
Catelyn: aunque sea Tully de nacimiento, las circunstancias la transforman en una Stark de ley. Me gusta. Sus capítulos siempre me resultaron interesantes. Daba una óptica diferente sobre las situaciones que, típicamente, se supone que son "cosa de hombres" en esa sociedad. ¿Metió la pata? Sí, estrepitosamente. Pero la verdad es que sin ella nos quedamos sin motor dramático.
Robb: ¿Qué te voy a decir del Robbie? Era un chico, en todo sentido de la palabra, no estaba maduro para las cosas que le tocaron. A veces parece que las sorteó bastante bien, pero me voy a quedar con la impresión que no le hizo caso a sus mejores consejeros (estemmmm...) y eso le costó carísimo. Claro que me da pena, pero lo suyo fue una seguidilla de errores, empezando por aceptar la aclamación como "Rey en el Norte" (¿adivinen quién no estaba en el momento en que los demás señores juraron fidelidad? Sí, adivinaron bien). Muerto Ned, esa guerra ya no tenía sentido. La solución de Cat hubiera sido la mejor salida (pero claro, no hubiéramos tenido libros subsiguientes...) Así que yo te lloré, Robbie, y me dio pena que un muchachito tan prometedor acabara así, pero si la muerte de uno puede terminar una guerra y evitar el sufrimiento de muchos más... (soooo, Guivi, esas son tus malas juntas!!!!!!!)
Sansa: en general es la Stark más odiada y menos comprendida... y por supuesto, es mi favorita. La "princesita" de la casa es una auténtica sobreviviente. A mi modo de ver no sólo demuestra astucia sino unos nervios de acero: es capaz de seguir representando ese papel de damita decorativa mientras todo se derrumba a su alrededor. Pero justamente esa imagen inofensiva es la que evita que otros la vean como una amenaza. Al no ser tenida muy en cuenta, al pasar desapercibida, Sansa tiene la oportunidad de oro para escapar... y no la desaprovecha. Si eso es ser tonta, por favor, quiero que me cuelguen ese cartelito.
Arya: al revés, es la preferida del fandom... y a mí me genera escalofríos. No me malinterpreten: me conmueve hasta el alma permanentemente, pero hay cosas que no concibo, que no puedo aceptar... y tiene que ver con los starkófilos acríticos, obviamente. No tolero esa visión según la cual hay que considerar digno de alabanza que una nena de once años se convierta en una asesina badass. No cazo con los que festejan a una chica teniendo que asumir la venganza de su familia. Y temo por ella. Las huellas psicológicas de este personaje tienen que ser monumentales... nunca podría tener una vida común. Bajo ningún punto de vista voy a festejar la deshumanización de una niña.
Bran: es otro de mis favoritos. Muchos dicen que su historia es aburrida. A mí me encantó. Otro que tiene que crecer a la fuerza pero, en este caso, la proximidad de un conjunto de seres profundamente humanos como son los Reed, Osha y Hodor generan a su alrededor una barrera de contención que hacen más suaves los encontronazos de su vida. Y eso se nota, ya que Bran nunca pierde su dulce natural.
Rickon: ¡qué poco sabemos de este chiquito! Un pequeño salvaje, ojalá los libros subsiguientes le deparen un gran destino. Yo pienso que todavía tenemos mucho por leer sobre él.

Jon Nieve: "legalmente" no es un Stark, pero me importa un bledo. Cultural y humanamente, sí. Fue el primer personaje de la obra martiniana que tocó mi corazón, con esos conflictos de niño excluido que hará lo imposible para ganarse el respeto del padre al cual adora incondicionalmente. Siempre tuve debilidad por este tipo de personajes. Cuando, con el correr de la lectura, lo vimos desplegar toda la gama de grises morales, más aún creció mi empatía y mi cariño. Una sola cosa me empaña al personaje: la elección del cast para la serie, me parece, no fue la más acertada. Es decir, no tengo nada en contra de Kit Harington, pero me parece que no es "el actor" para este rol. Luego de cinco temporadas de serie he llegado a acostumbrarme, pero en fin... (vamos, que en mi imaginación y cuando lo leo, Jon siempre me sale clavadito a Ioan Gruffud en The Examination for Lieutenant, de la serie Hornblower).




Y sí, es el fancast de la loca para Jon Snow... lástima que hayamos llegado unos veinte años tarde, ¿no, Ioan?


Como verán, y malgrado toda mi locura boltoniana que, es de público conocimiento, solamente es culpa del Sr. McE y su sonrisa malandrosa, en general no tengo nada en contra de los Starks. Mi problema no son los personajes... ni siquiera son sus admiradores serios y críticos. Mi problema son los starkófilos acríticos, los "adoradores de perros" (obvia referencia a que en la serie cambiaron a los tremendos lobos huargo por simpaticones siberianos). Llamo así a todos aquellos que son incapaces de advertir los grises que plagan la obra martiniana. Los que poco menos santifican a los miembros de esta familia. Los que se muestran ciegos ante la riqueza que tienen estos personajes en cuanto comenzamos a explorar su moralidad profunda. Los que piensan que "solamente" sus objetos de adoración son dignos de mérito, y que todas las demás casas son un hato de malandras, rastreros, oportunistas mal nacidos.
En fin... si se quedaran en eso, no sería tan grave. De última estamos hablando de personajes de ficción. No le hacemos mal a nadie en la vida real con estos odios y estos amores. Pero el problema con los acríticos (y esto lo he podido comprobar decenas de veces en diversos foros de debate online) es que creen que, por el mero hecho de adherir a una familia honorable, ellos también lo son. Como si, por sola afinidad, se contagiaran de las virtudes que esta gente ha ostentado. Se consideran la parte "sana y decente" del fandom y, por lo tanto los que, como quien suscribe, encontramos interesantes a otros personajes decididamente grises (o castaño oscuro tirando a negros), seguramente lo hacemos porque somos tan perversos como esas personalidades que nos atraen. Pura estupidez, pero así es la cosa, he tenido la desgracia de leerlo.
Lo más interesante de la cuestión es que justamente estos acríticos despliegan en los debates toda una panoplia de características que, decididamente, no son propias de los Starks. Son intolerantes, insultan a los que no piensan como ellos, tienden a ver la vida en blanco y negro. Y son vengativos: son los que se alegran por la ordalía que sufre Theon Greyjoy, por ese destino peor que la muerte más espantosa que le tocó a manos de Ramsay Bolton, simplemente porque "osó traicionar al amigo de toda su vida". Sí, ya sé que muchos hubiéramos querido ver degollado al pobre de Theon. Pero eso es una cosa... y vivir para contar el martirio causado por el minimostruo es algo que no le desearía ni al peor ser humano. Los Starks, evidentemente, son mucho más compasivos que sus acólitos acríticos.
Ya bastantes dicotomías hay en la vida cotidiana, bastantes luchas de "blanco y negro", bastantes situaciones en las que decididamente hay que embanderarse y luchar como para que, encima, tengamos que andar haciéndonos problema por estas confrontaciones de ficción. Son de ficción, hombre... la lectura de este tipo de novelas tiene que ser causa de placer, de distensión, nunca fuente de enfrentamientos o preocupaciones que no vienen al caso. ¿Te gustan los Stark (o los Targaryen, o los Lannister, o...)? ¡Enhorabuena! ¡Que aproveche! Eso no te hace mejor ni peor que nadie... en ésto, como en tantas otras cosas, es preferible vivir y dejar vivir.