domingo, 8 de mayo de 2016

"¿Tú también, Bruto, hijo mío?". Algunas reflexiones acerca del arco boltoniano en lo que va de la sexta temporada de Juego de Tronos

"Todo concluye al fin, nada puede escapar.
Todo tiene un final, todo termina."
Vox Dei, Presente (El momento en que estás).-

ATENCIÓN: EL PRESENTE ARTÍCULO CONTIENE SPOILERS HASTA EL CAPÍTULO 2 DE LA SEXTA TEMPORADA DE JUEGO DE TRONOS. 

Confieso que me ha costado bastante decidirme por un título para esta entrada. Estuve barajando unos cuántos, desde "Adiós, mi monstruo, adiós" hasta "In the name of the Father", pasando por el consabido "Quien a hierro mata, a hierro muere", pero terminé decidiéndome por la cita de Julio César, simplemente porque desde el momento mismo en que miré este infausto episodio de la actual temporada, la referencia marcó para mí el clima de lo que nos estaban ofreciendo.
La muerte de Lord Roose Bolton fue más anunciada, si cabe, que la de Santiago Nazar. Creo que todos sabemos, tanto los lectores de Canción de Hielo y Fuego como los televidentes de Game of Thrones, que en algún momento el Guardián del Norte tenía que pasar para el otro barrio. Y que, seguramente, sería dentro de un arco de venganzas personales o políticas. En particular, me lo imaginaba como un juego de intrigas. Nunca esperé lo que nos mostraron en pantalla hace pocos días.
Repasemos.
Lord Bolton se encuentra increpando duramente a Ramsay por haber perdido a la pieza clave del poder en el norte: la joven Sansa Stark. La reprimenda es interrumpida por el maestre, quien viene con la buena nueva del nacimiento del bebé de Walda: un varón sano y rozagante. Fugaz pantallazo a la leve sonrisa del orgulloso padre. El hijo mayor se acerca a felicitarlo. Se abrazan. Roose trata de asegurarle su lugar: "Siempre serás mi primogénito", asevera. Ramsay le contesta que saberlo es muy importante para él y, sin solución de continuidad, le hunde un cuchillo en el costado. Lord Bolton cae, con la sorpresa reflejada en su última mirada. Toda la escena tiene una coloración aciaga y parece estar filmada en cámara lenta. Es como ver algo debajo del agua (si yo fuera una romántica incorregible, diría que eran mis lágrimas, pero no... ¿cómo se les ocurre?)
Es decir... ¿nunca esperé este final? Creo que, en el fondo, lo veníamos sospechando desde que, en la temporada pasada, Roose comenzara a acicatear los celos de su hijo legitimado. Azuzar la ira de un psicópata no es una movida inteligente, de ahí que me haya parecido que, desde un tiempo a esta parte, el personaje interpretado por Michael McElhatton estaba quedando completamente fuera de carácter. Uno de mis contactos de tumblr lo resumió magistralmente: "es como si Michael se hubiera equivocado de guión, y estuviese interpretando a otro personaje". Que se entienda lo que quiero decir, la labor actoral fue magnífica -tal como ya nos tiene acostumbrados el irlandés malandra- pero el desarrollo del guión es incomprensible.
Si hay algo que caracteriza a Roose, tanto en el libro como en la serie, es una capacidad de pensamiento fríamente racional llevada a extremos casi inhumanos. El hombre es un maestro del juego, un estratega del desapego con una mente que está siempre tres pasos por delante de los demás, sean sus competidores o sus aliados. Me resulta inverosímil suponer que semejante cerebro no haya visto venir la posibilidad de ser asesinado en un arranque de furia de su hijo. Y vuelvo al capítulo que, a mi modo de ver, es imprescindible para entender la mentalidad boltoniana: aquel en el cual conversa con Theon durante las bodas de Ramsay y la falsa Arya. Lord Bolton sabe que su hijo va a matar a cualquier heredero que Walda le proporcione. Sabe también que no puede confiar en él desde lo personal y, de hecho, es por eso que sondea al heredero de los Greyjoy. Pero, además, es consciente que Ramsay vive en una falsa seguridad: esos compañeros que le festejan sus atrocidades no son sus hombres. Siguen siendo los hombres del señor. Y el señor del Norte es Roose.
¿Qué ha quedado de esto en la serie, desde que promediaba la quinta temporada? Poco y nada. A Lord Bolton lo soprenden con la guardia baja, y no hay un solo guardaespaldas que atine a moverse ante el magnicidio. De hecho, no hay ningún soldado presente mientras ocurre el intercambio. Todo pasa ante dos únicos testigos: el horrorizado maestre, y el heredero de los Karstark (que, seguramente, no va a vivir demasiado para esparcir el rumor). Los crímenes de este Roose edulcorado de la pantalla tienen que ver con cuestiones impensables, no sólo para el libro sino para las temporadas anteriores: un exceso de confianza, un exceso de sensibilidad. Justamente en un personaje que se caracterizaba por su sobriedad y la ausencia de toda pasión.
Muchas personas se han lanzado a delinear paralelismos entre la muerte del guardián y el asesinato de Robb Stark. Han hablado de karma, de justicia poética. Ante eso, es interesante rescatar dichos del propio McElhatton a la revista Vulture, que lo entrevistó poco después de la emisión del capítulo. Comentó el actor que la forma en que se filmó la escena fue revisada por el director en el mismo momento de rodarla. Aparentemente, en una primera instancia se suponía que Ramsay venía premeditando el asesinato, pero Jeremy Podeswa consideró que era mejor pensar al personaje actuando por impulso. Desde lo personal, también me cierra más esta interpretación, y considero que Iwan Rheon nos transmitió justamente eso: la ira, la inseguridad, la determinación del joven que ve peligrar su futuro, la irracionalidad del enfermo fuera de sus cabales e, inclusive, el momento de pánico al caer en cuenta de la magnitud de lo realizado, no exento de un grado mínimo de remordimiento, terminando por la decisión de arrostrar los hechos y sacarles el mejor partido posible. A su manera, rota y disfuncional, había afecto entre ese padre y ese hijo, y realmente eso nos hicieron ver tanto Michael como Iwan. Por eso digo, desde lo actoral, el trabajo fue impecable.
Pero, volviendo al asunto de los paralelos, la ausencia de premeditación ya sería un elemento claro para separar estos hechos de lo sucedido en la Boda Roja. Y profundizando la cuestión, tengamos en cuenta que, según McElhatton, hubo una voluntad deliberada desde los propios Weiss y Benioff de filmar la escena como si fuera un espejo. Pero un espejo no es un paralelo. De hecho, creo que está más que claro que desde lo estético se ha logrado una visión especular, pero considero que no se pasa de eso. Es un hecho estético, nada más, un hecho visual. Desde este punto podemos ver que la expresión de Roose al ser apuñalado guarda similitud con la de Robb, que el ángulo desde el cual se clava el cuchillo es el mismo, que la manera en que ambos hombres caen es visualmente muy parecida. Pero termina ahí. Las similitudes no llegan a ser más profundas y, me pregunto, habida cuenta de las veces que en esta serie se ha subestimado el intelecto de los televidentes, si en algún momento se habrá pretendido otra cosa. Y otro tanto podría decirse del holocausto al cual son sometidos Walda y su bebé, cuestión que ha sido equiparada al asesinato de la reina Talisa encinta. Aquí ni siquiera se atuvieron a la semejanza visual. Ni las circunstancias, ni los móviles, ni el contexto resultan equiparables. 
Pero voy a ir más allá y me atreveré a contarles mi propio paralelo, que me animo a pensar les salió de casualidad. No porque no considere capaces a David y Daniel de hacerlo, sino porque me parece que sus tiros no van por ese lado y que jamás se avendrían a parear a su héroe estrella con el bastardo de Bolton.
Y sí, para qué lo voy a negar, la muerte de Lord Bolton me retrotrajo inmediatamente a otro asesinato de un gran líder entrado en años: Lord Tywin Lannister. Y los puntos en común no tienen solamente que ver con el hecho que, a sus respectivas edades, tanto Michael McElhatton como Charles Dance siguen teniendo un porte capaz de arrancarle un suspiro a la más fría (perdonen, este es el blog de la loca doméstica, no podíamos sustraernos al comentario fangirlero barato). Permitámonos por un momento pensar lo siguiente:

  • Ambos eran maestros en el juego de las estrategias: tipos fríos capaces de cualquier cálculo.
  • Los dos estaban en la cima de su poder.
  • Generaban un temor reverencial en sus subordinados.
  • Tenían relaciones extrañas con sus hijos.
  • Son asesinados por sus hijos en un rapto de ira.
  • Están con la guardia baja cuando acontecen los sucesos.


Qué les voy a decir, yo encuentro en esto bastantes similitudes. ¿Casualidad? Puede ser, pero para no ser premeditado les ha salido bastante bonito. Eso sí, claro, ¿cómo se me ocurre? Hacer este paralelo significa comparar a uno de los personajes más populares, Tyrion Lannister, con uno de los más odiados, Ramsay Bolton. Y sí, evidentemente quedo como candidata a la lapidación. 

Para los que hayan leído hasta aquí y ya me conozcan, seguro les va a resultar sorprendente que haya podido escribir este artículo con tanta aparente mesura y tranquilidad. No se dejen engañar por las apariencias. Todavía lloro la muerte de mi amado guardián. No les perdono que lo hayan hecho quedar como un imbécil. Pero también soy consciente que no se cae por un Bolton sin pagar luego en sufrimiento el precio de nuestra osadía. Desde el principio, desde aquel sueño tan inquietante como seductor, hace casi tres años, supe que esto terminaba en lágrimas. Pero está bien. Así son las cosas.
Adiós, mi monstruo, adiós. Siempre serás mi villano favorito.

martes, 12 de enero de 2016

"Ya no sos mi princesita". Star Wars y la ilusión del tiempo detenido.

"Ya no sos mi Margarita,
ahora te llaman Margot"

Margot.
Celedonio Flores, Carlos Gardel, José Razzano

Lo primero que voy a aclarar es que mantendré este artículo libre de spoilers, por respeto a todos aquellos que aún no hayan podido ver el Episodio VII de Star Wars (o que no hayan querido hacerlo, pero lo planeen para el futuro).
Lo segundo que debo decir es que soy fan de este universo fílmico desde hace mucho, no desde "el principio" (porque en 1977 yo tenía apenas un añito) pero sí desde la escuela secundaria cuando, preparando el lanzamiento de las ediciones remasterizadas de la trilogía original, una cadena de cable que ahora mismo no recuerdo emitió ad nauseam aquellas tres legendarias películas. De alguna manera, La Guerra de las Galaxias ocupó su parte en mi paisaje de formación, para bien o para mal... ese es otro cantar.
Aclaro esto último porque, en general, quienes venimos siguiendo la saga desde tanto tiempo atrás hemos desarrollado hacia ella un sentimiento de familia que, en mayor o menor medida, contribuye a teñir desde lo emotivo nuestra apreciación de la misma. No digo que seamos incapaces de una observación imparcial, pero sí que este "fanatismo veterano" debe ser tenido en cuenta a la hora de interpretar nuestras opiniones al respecto. Por ejemplo, en mi caso, sinceramente no considero muy buenas las tres películas que integran lo que se ha dado en llamar "precuela", de hecho han terminado por no gustarme y les encuentro gruesos errores (por no decir horrores) de continuidad y de interpretación... pero de todas maneras las tolero, las he visto varias veces (dos veces en el cine a cada una, inclusive), simplemente porque son "la historia de la familia" y como tal tienen un lugarcito en mi corazón. Con cualquier otra franquicia dudo que hubiera pasado de Episodio I... pero es Star Wars, es la historia de Vader antes de ser Vader y eso vale el sacrificio, al menos para mí, que aún soy capaz de gritarle "¡Sueeeegroooooo!" si me lo cruzara por la calle. Pero no nos adelantemos, que de eso ya vamos a hablar.
Lo mejor y lo más flojo de la precuela en una sola foto: Ewan McGregor haciendo un Obi Wan que realmente parecía la versión joven de Alec Guiness (el flaco se debe haber estudiado hasta la cadencia para hablar de Sir Alec...) y Hayden Christensen. No quiero ser mala, pero me sigue pareciendo una de las interpretaciones con menor expresividad que he visto en mi vida. Tal vez haya sido que el guión no lo ayudaba... Igualmente, como ya les dije: SUEEEEEEGROOOOOO!!!!!

Bueno, vamos al tema de una buena vez.
De más está aclarar que uno de los grandes ganchos de El Despertar de la Fuerza fue el de volver a poner en la pantalla grande a los tres miembros del trío protagónico original: Han, Leia y Luke. Como era lógico suponer, la ficción ha debido hacerse eco del paso del tiempo y por eso los reencontramos ya en su madurez. Para mí fue alucinante volver a ver a Carrie Fisher, Harrison Ford y Mark Hamill actuando en la misma película, y la verdad es que no me importa ni cinco que ya no sean los muchachos de antaño. ¡Al contrario! Es fenomenal la manera que se han humanizado sus personajes merced al oficio que los tres han ido logrando por el mero transcurrir de los años. Le ha conferido a la historia una dosis de realismo, de cotidianeidad y espontaneidad que la vuelve entrañable.
"Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos" ¿¿¿¿Y A MÍ, QUÉ ME IMPORTA????

Lamentablemente, no faltaron los quejosos de siempre. Pero lo que hizo que mi alarma feminista comenzara a sonar con todo brío fue que, en general, las críticas estaban centradas en la figura de la señora Fisher.
¡Caramba, cuánta alharaca en torno del aspecto de Leia! Que si envejeció bien, que si envejeció mal. Que si representa más edad de la que tiene, que si estuvo enferma, que si pasó por tal o cual problema, que si hizo esta o aquella terapia. Que si, oh madre mía, ya no se puede poner el famoso bikini de esclava de la escena en la barcaza de Jabba el Hutt (bikini que merecería párrafo aparte por lo al divino botón de semejante exposición, que nada quitaba ni añadía a la trama, que Carrie aborreció desde un principio, que cosificaba a un personaje con el temple y el valor de mi preciosa princesa, etc...). A ver, señores... ¡pasaron más de treinta años desde que esa dichosa escena fue filmada! Quiero verlos a ustedes, hombres cincuentones, ponerse la ropa que usaban a los veintipocos y ver si les sigue quedando bien. No sólo es ridículo, también es insano. Es como si yo pretendiera que hoy, a mis casi cuarenta y después de haber traído dos criaturas al mundo, me siguiera entrando el vestido que usé para mi graduación en la escuela secundaria.

Ay, mi prince, yo te encuentro hermosa en todas las maneras en que una dama puede serlo...

Pero es así, tristemente, la cosa es así. Da la impresión que alguno pretendía el no paso del tiempo por el cuerpo y la mente de esta hermosa mujer. Por suerte, esto no ha ocurrido. Basta escuchar cualquier entrevista que haya dado Carrie Fisher en estos últimos meses para caer en cuenta de su tremenda lucidez, de la gracia, la elegancia y la serenidad que le ha provisto el paso de los años, de la fortaleza y la entereza conque ha salido adelante enfrentando graves situaciones. Es una auténtica dama que no tiene desperdicio... y tal vez lo sea precisamente porque ya no le sienta más el bikini de esclava, y porque por decisión personal y bajo ningún punto de vista volvería a ponérselo.
Y mi razonamiento no se detuvo ahí. Mal que le pese a alguno, me vi en la imposibilidad de no establecer comparación entre el fanboy de Leia (por lo menos el fanboy quejica, estoy segura que no son todos, ojalá sean sólo una minoría) y la fangirl de Han o de Luke. Y las diferencias que encontré me dejaron apabullada.
Fui al cine con la misma amiga que me ha acompañado a ver todos los episodios de esta entrega, y que en su momento era incondicional de Han Solo (digo en su momento porque ella creció y dejó esas cuestiones en el anecdotario, no como otra que suscribe...); ella se sentó a mi izquierda. A mi derecha me tocó en suerte otra mujer, también admiradora del mercenario más comprador en la historia de la ciencia ficción. Y esto lo supe porque en la primera escena en que apareció Harrison Ford la escuché decir por lo bajo: "Ah... el amor de mi vida..." Y se notaba que a ella no le importaban las canas, ni las arrugas, ni ninguna evidencia del paso del tiempo, en la medida que el personaje estaba bien actuado. Era Han Solo, otra vez, en pantalla, con unos cuántos años y marcas más, pero era él. Con sus frases típicas, con sus ideas locas, con esa forma de comprometerse con las causas que parece a desgano y porque no le queda otra, pero que todos sabemos en el fondo es de corazón y sin ambages. El aspecto físico era lo de menos.
Con las mañas y la chispa de siempre. Un grosso...

Y qué les voy a decir de mí. Entre tanto chongo fílmico y literario, entre tanto amor platónico y tanto caballero de papel o de celuloide por los cuales he perdido el sueño, hay solamente uno que ha sabido despertar los celos y hasta las iras del Santo Varón. Sí, señores, ése que era un poco bajo para soldado de asalto pero igualmente estaba ahí para rescatarte, el que "no lo podía creer" y por eso fracasaba, el de los ojos azules que me han hecho mal, el hijo de Darth Vader, el Manco original, Luke Skywalker. Y sí, todavía me tiemblan las manos cuando escribo tu nombre, muchacho.

"No me dejes tus ojos que, por mirarte, he dejado mis ojos en cualquier parte"

No les puedo explicar la manera en que mis medias se fueron limpiamente al suelo cuando volví a ver a Markie en pantalla grande. Qué me importan los años. Qué me importa que tenga la edad de mi mamá, que lo hayan puesto a dieta para el papel porque estaba bastante gordito, o que esté lleno de canas. Amo las canas, de hecho, y más todavía si son las de Markie. La fangirl que hay en mí se sentía como si estuviera reencontrándose con un antiguo amante. Había demasiada historia volviendo a pasar por el corazón como para que importaran las nimiedades. Lo único que quería era que me contaran qué había pasado en la vida de uno de los personajes fílmicos que ha sacado lo mejor de mí.
Y claro, comparando esto con las cosas que se dijeron sobre Carrie - Leia, me da un poco de bronca. Porque Carrie está genial, porque hizo un trabajo hermoso, porque se volvió a meter en la piel de un personaje pudiendo decir que no, y porque lo encarnó con la maestría de siempre. Porque pudimos reconocernos en esa Leia de treinta años después, porque realmente era ella, seguía siéndolo, después de tanto tiempo. Y la verdad es que algo tan hermoso no merecía verse empañado por la poca consideración de cierto tipo de fans que, aunque quieran dárselas de profundos, se quedaron lastimosamente en la superficie.
En fin, supongo que cada quien disfruta a sus personajes desde un lugar personal, y yo lo hago desde una visión intimista que valora mucho los rasgos psicológicos, las motivaciones, los gestos que dan unidad y continuidad. No pretendo que todos piensen como yo, pero cuando algo me huele a machismo, como me ha olido este tipo de comentarios que les explicaba más arriba, no me lo puedo callar.
En fin, hecha mi catarsis, escucho opiniones...