jueves, 24 de julio de 2014

Death of a Superhero: reflexiones acerca de la "buena muerte".

Últimamente, todas las vacaciones de invierno me pasa algo similar. Las comienzo con ganas de desconectarme del mundo y, para ello, qué mejor que buscar película del chongo de turno. Pero resulta que la Guivi tiene la mala/buena costumbre de encariñarse con actores que, en general, presentan un currículum frondoso en obras medulosas, de modo que aquello que parecía rumbear por el lado del caramelo visual se termina transformando en un viaje al corazón de la identidad humana. El año pasado me ocurrió con Untraceable, película de la cual les hablé aquí. Esta vez, le toca el turno a Death of a Superhero, coproducción alemana - irlandesa del año 2011, dirigida por Ian Fitzgibbon y basada en una novela de Anthony McCarten. La protagonizan Thomas Brodie - Sangster (mi muy querido Jojen Reed, en Game of Thrones) y Andy Serkis (al que por lo general se lo recuerda por su papel en El Señor de los Anillos, interpretando a Smeagol/Gollum). El poster viene de www.filmaffinity.com

Claro que yo no llegué a esta peli por ninguno de ellos, aunque ambos me parecen actores sumamente interesantes en cuanto a su calidad y desempeño. Dije que entré por el chongo. Sí, entré siguiendo a una de mis últimas obsesiones y me quedé porque la historia es fascinante. No doy más vueltas, es una producción irlandesa así que ya se imaginarán... Michael McElhatton interpreta al padre del protagonista (como él mismo dijo en una entrevista, es muy consciente que nunca le va a tocar hacer del príncipe... más bien de su viejo...)
No me pongas esos ojitos, Miguel, que te dejo hacerme de príncipe, de rey, de gran visir, de cocinero o de lo que vos quieras... fuente: www.dothestrandsky.tumblr.com

Pero vamos al punto, que dije esto iba en serio, y así es. Les adelanto un poquito de la trama, para que vean de qué se trata.
 
Thomas encarna a Donald, un adolescente quinceañero al cual le han diagnosticado un cáncer de pésimo pronóstico. Está en tratamiento mas, obviamente, su enojo con esa vida que lo traiciona y lo abandona a destiempo es tan profundo, y lo empuja a situaciones tan riesgosas, que sus padres deciden ponerlo en contacto con el Dr. Adrian King. Éste, interpretado por Serkis, es un afamado tanatólogo, un psicoanalista especializado en personas que lidian con la muerte. Entre ambos se irá entablando una relación que, en un principio, no pasa de ser la del paciente y su médico, y con grandes reticencias por parte de Don.
 Psicoanalista y paciente, y el omnipresente océano. Fuente: www.iftn.ie

Pero hay dos elementos que irán limando asperezas y aproximando a este dúo. El primero es el talento del joven para el dibujo. Donald es un genial ilustrador, que ha desarrollado la aventura gráfica de un misterioso superhéroe... una suerte de alter ego que le permite lidiar con ese final que se le acerca, y que en el cómic adopta la figura del villano Gloves.

Resulta que el Dr. King también es un artista plástico... y también encierra dolores profundos, pérdidas a medio resolver que, cuando las descubra, le harán notar a su paciente que el terapeuta tampoco "se las sabe todas". Esta humanización basada en las falencias de cada quien tenderá un puente entre los personajes. En ese sentido, la película también aboga por la "antiterapia", por decirlo de alguna forma. Siempre nos dicen que la clave en la labor del psicólogo está en no involucrarse con su analizado, en mantener la distancia, en no implicarse emocionalmente... En esta historia, por el contrario, Adrian solo podrá ser capaz de llegar hasta Donald en el momento en que reconozca que se interesa desde lo más emotivo por él. Desde este particular enfoque, es en la medida en que ayude al paciente a reconciliarse con su situación vital, que el doctor logra sanar sus propias heridas. La terapia, por lo tanto, corre en ambas direcciones.
¿Cuál es el mensaje que King tiene para este joven? Básicamente, a mi parecer, que no se deje morir antes de tiempo. Me explico: dada la patología del muchacho, su final es inevitable... pero él es libre de elegir cómo quiere vivir hasta ese final. Si nos dicen que dentro de un año moriremos... no nos muramos en el momento en que nos dan la noticia. No dejemos de vivir o, mejor dicho, no cancelemos nuestra vida en espera de la muerte. Adrian quiere que Don disfrute ese tiempo que le queda, que no sea un muerto en vida... que aproveche hasta el último minuto de ese talento, de sus amigos, de su familia... y del amor. Todos esos hermosos dones que le han sido regalados son suyos hasta el último aliento: no tiene por qué renunciar a ellos antes del final.
Es una película dura simplemente porque lo es la realidad que refleja. Nada nos prepara para la muerte, menos para el fallecimiento de una criatura que todavía tiene todo por vivir.
"Nada nos prepara para la muerte...", dije... y me quedé pensando. No, no tiene porqué ser así. De hecho, es un problema de nuestro tiempo, no algo innato a la condición humana. Las sociedades preindustriales sí tenían recetas para la buena muerte. Y así fue como recalé de vuelta en un clásico de mis años como medievalista: los estudios sobre la muerte del genial Philippe Ariés.
Este estudioso francés mostraba cómo durante toda la Edad Media el final de la vida había sido parte de la cotidianeidad, algo aceptado, algo que se esperaba y se vivía de acuerdo con ciertos cánones que marcaban lo que se daba en llamar la "buena muerte": se sabía cuándo se aproximaba y la persona se "disponía" para morir. Generalmente en su lecho, rodeada de familiares, con un momento dedicado a ordenar sus cuentas terrenales y otro orientado a ponerse en paz con Dios, se trataba de lo que Ariés denomina "muerte domesticada". Cosa que, por otro lado, se percibía en los enterramientos, que no estaban confinados extramuros sino que se realizaban dentro o en las proximidades de las iglesias. No era extaño que los familiares brindaran comidas comunitarias en el terreno de los cementerios, incluso como una forma de compartir con sus difuntos. La muerte no se negaba, no se ocultaba. Incluso los más chiquitos formaban parte del ceremonial. Con el paso de los siglos, ya entrando en la Baja Edad Media, este sentimiento se personaliza, adquiriéndose la conciencia de lo que este investigador llamaba la "muerte propia", en la cual la "batalla por el alma" ya no se veía como algo que iba a jugarse en el momento del Juicio Final, sino que tenía lugar, en los planos sutiles, pero en la misma habitación del moribundo. ¿Creaba esto grandes angustias? Aparentemente no, ya que los cristianos medievales confiaban plenamente en sus abogados celestiales: la Virgen María y toda la cohorte de santos.
¿Cómo llegamos, entonces, a la situación actual? Repasemos, de la mano de este mismo autor: ya no se muere en casa, sino en el hospital; no nos acompañan los parientes (no por lo menos en la misma medida), sino los "especialistas en tránsitos" que son los enfermeros y médicos; la muerte misma ya no es un momento específico, sino que parece que va llegando en cuotas, con la pérdida de la conciencia... Según Ariés, vivimos la etapa de la "muerte negada", una situación que se oculta, en la cual se pretende no pensar demasiado. El duelo se ha convertido en algo que hay que acortar y esconder, porque "ofende" la felicidad de los demás. La gente quiere vivir sin darse cuenta que va caminando hacia el final inevitable, y por eso pretende no ver cuando le sucede a los otros.
Y yo creo que, justamente, es contra todo eso que se rebela Death of a Superhero. Más allá del drama exacerbado que nos plantea la corta edad del protagonista, hay un intento de domesticar lo inevitable, de convertirlo en parte de la vida. De hecho, y quitándole toda la carga religiosa, muchos elementos de la buena muerte medieval están presentes en el derrotero que sigue Don hasta alcanzar la paz consigo mismo... y llevársela, de paso, a todos los que lo quieren bien. No sé hasta qué punto habrán sido conscientes de ello McCarten y Fitzgibbon, pero la cosa les quedó redondita... Recomendadísima esta peli.

Y ya habrán notado que casi no me referí a ese... pues bien, el Sr. McE interpreta a James, el padre del muchacho. Y hace, para variar, un personaje entrañable. Si no van a poder sacarse a Lord Bolton de la cabeza, no miren la película, porque éste sí que no tiene nada que ver. Yo quería ver la faceta tierna de Miguel, y esta vez el experimento me salió bárbaro. James descubre una manera muy poco ortodoxa de conectarse con el hijo moribundo, y sé que algunos pondrán el grito en el cielo porque "cóooomo, el uso de ciertas sustancias...", pero la verdad es que a mí me encantó. Y verlo a McElhatton en estado de semi trance, bailando como un ridículo, no tiene precio. Ay, Miguel, cómo me tienes, cariño...
Así es la cosa con la loca... los chongos siempre terminan poniéndola a hacer los deberes. Gracias, mi irlandés malandra, por reconectarme con la aventura medieval, que es el mundo en el cual sigue viviendo mi corazón.

3 comentarios:

  1. ¡Muchas gracias, Guivi, por recomendarnos tan maravillosa pelí! (que espero verla pronto). No obstante quedo en deuda contigo, por haber contribuido a mi educación con tan excelente exposición de un concepto del cuál había leído alguna vez, "la buena muerte", pero del cual nada sabía; además me encantó cómo relacionaste el tema con el desarrollo de este filme, Hace unos años atrás escribí unos textos que de algún modo pueden estar relacionados con tu exposición: http://elcubildelciclope.blogspot.com/2011/09/in-memoriam.html y http://elcubildelciclope.blogspot.com/2012/03/recuerdame-sobreponerse-ante-la-perdida.html Por cierto, me alegra mucho que haya Locura Doméstica más allá de GOT (bueno, hasta cierto punto, je, puesde algún modo llegaste a este filme ¿No?)

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    1. Gracias por los links, Elwin, me paso a leerlos! Y también, por supuesto, tu reseña sobre la cuarta temporada de GoT que, veo, ya está publicada.
      Me parece que la peli te gustaría mucho, en tu caso tiene un plus: a la filmación con artistas en vivo le superpone partes de animación con estética del cómic. De esa manera se intercala el relato principal con la historia que Don va imaginando de su superhéroe y el enfrentamiento con el villano Gloves.
      No sé cómo te llevas con el cine online, pero esta peli es bastante fácil de conseguir en la red, en idioma original y con subtítulos. No está para perdérsela.
      Phillipe Ariés tiene varios libros sobre la temática de la muerte desde un punto de vista social/de las mentalidades, en un arco de larga duración. Él comienza su análisis desde la Alta Edad Media y lo sigue hasta el siglo XX, por ejemplo en "EL hombre ante la muerte" o "Morir en occidente". Es muy interesante lo que plantea, aunque también se le pueden hacer muchas críticas.
      Otro libro sobre el particular que me gustó mucho en su momento fue "Morir en España", de mi compatriota Susana Royer de Cardinal. Es más específico, porque trata la percepción de la muerte en la península ibérica de la Baja Edad Media, sobre todo, pero es un libro completísimo y hermoso.
      Y sí... la forma en que llegué a la peli fue de lo más banal, pero me gusta que estas cuestiones me ayuden a reconectarme con cosas más profundas. Además, un gusto si te ayudé a ampliar la mirada sobre el tema!

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  2. ¿Se terminó GOT y se acabaron tan pronto las ganas de escribir? ¡Ánimo y espero que estés bien junto a tus seres queridos!

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