lunes, 18 de marzo de 2013

Anna Karenina versión 2012. Una lucha desigual… pero invertida.

El sábado acompañé a mi amiguita del alma a ver Anna Karenina al cine. Era mi regalo por su cumpleaños, y como ella es profe de Literatura y, además, seguidora del pedazo de pan ese llamado Matthew MacFadyen, (que interpretaba a Oblonsky, el hermano disoluto de la protagonista), era la película ideal para celebrar.
Ay, gordo, largá un poquito las pastas... este muchacho da la nota simpática en cualquier dramón. La foto es de www.beyondhollywood.com


No voy a hacer la sinopsis, diré sólo lo suficiente para ponerlos en clima. En el fondo, se trata de una historia muy simple, como todas las que llegan al corazón y se transforman en clásicos de la altura de éste que nos ha legado León Tolstoi. En la Rusia imperial de fines del siglo XIX, una dama de la aristocracia se aburre terriblemente. En apariencias, lo tiene todo: un buen marido, una posición social envidiable, un hermoso hijo, amistades varias. Pero parece que su matrimonio se ha transformado en una serie de rituales vacíos. La susodicha dama (intepretada por Keira Knightley, la figurita repetida del cine actual, aunque, lo reconozco, su buena actuación merece todos los papeles que le han tocado), en un viaje para visitar a sus familiares, conoce a un joven militar por el cual pierde absolutamente la cabeza. El resto es la historia de cómo su relación adúltera la lleva a padecer el deterioro pertinaz de todo lo que le era querido y necesario. Al mismo tiempo, cómo es víctima de una sociedad hipócrita y machista que al hombre le perdona cualquier cosa y a la mujer condena sin remedio.


Y se supone que una debería poder ser empática con esta pobre mujer. Debería comprender cómo la pasión la desborda y la lleva hasta el límite, a hacer elecciones imposibles y a jugárselo todo por algo que parece ser el amor de su vida. A perder, incluso, a su hijo que, para mí, es la mayor renuncia que una puede hacer en el altar de lo que sea.

Pero no. Pero nada de eso. Yo, que soy fanática de lagrimear en los cines, me encontré al final llorando a mares por Karenin, el marido “ultrajado”.Lo confieso, no he leído la novela, por tanto no sé cómo será el personaje que ideó Tolstoi. Pero el Ministro al que le puso la piel Jude Law me resultó terriblemente conmovedor. A pesar de ser frío, a pesar que en gran medida la culpa de las desgracias de Anna la tiene él, con la distancia en la que se encerraba, por la rutina con la cual la agobiaba, había detalles de Karenin que llegaban al alma. Era un buen hombre, un buen hombre que había extraviado el camino para llegar a su esposa. Pero que lo intenta, que perdona varias veces. Hasta que no puede más. Hasta que llega a su límite. Y así y todo, es él quien se hace cargo, tras la muerte de Anna, de criar como propia a la hijita que su esposa ha tenido con el amante. Esa última escena fue la que me terminó de poder. La película concluyó con la Guivi llorando a moco tendido durante todos los créditos.

Ahora ¿cómo puede ser esto? En una historia de este tipo, se supone que hay un duelo desigual entre un marido aburrido y un amante que viene a patear el tablero, con la promesa de llevarnos en una aventura que nos haga temblar de emoción y tener la sensación que sólo el cielo será el límite. Y, a mi modo de ver, en esta versión del clásico ruso precisamente lo que falla es Vronsky, el amante de Anna.
 
Éste, por mí, que se fuera a comandar un ejército en Siberia. La foto es de www.heyuguys.co.uk

 

 
 

Aaron Taylor – Johnson, el actor que lo interpreta, definitivamente, no pudo conmigo. De nuevo, no tiene nada que ver con el aspecto físico. Sí, tiene una cierta artificialidad, probablemente debida a que está teñido para aparecer como un rubiecito de ojos claros, y eso se nota que a mí no me conmueve (en primer lugar porque la parafina para el cabello me espanta, y en segundo porque está visto que para que un rubio me llegue, tiene que tener la reciedumbre y los rasgos angulosos de ya sabemos quién…) Pero repito, no es cuestión de imagen. ¡El problema es que a este Vronsky le faltaba sangre en las venas! Tenía una actitud muy débil… Para que un hombre te lleve a cometer las locuras en las que se embarca Anna por él, tendría que tener una actitud de cargarse el mundo al hombro y pelearla a muerte. Una personalidad avasallante. Y, la verdad, esta vez no lo vi. No creo que sea problema “del actor” en sí, me late que es más bien la forma en que se construyó el personaje…

Pero claro, en el fondo el problema es que la pasión de Anna, habida cuenta de cuál es su objeto, no me resultó nada creíble. No me pude identificar y, vaya uno a saber por qué, sí capté la profunda humanidad del marido. Qué desastre que soy. Una vergüenza para el gremio femenino.

Sí, fue una lucha desigual entre el marido y el amante. Pero, por una vez, la balanza estaba firmemente inclinada a favor del primero.

 

PD: Hmmm… estoy viendo que hay una versión de 1997 en la cual a Vronsky lo intepreta nuestro inefable Boromir – Ned… digo, Sean Bean… tendré que echarle una mirada, ahí la cosa puede ser muy distinta…
Ah, bueno... ah, bueno... ahora sí te entendemos, Anita... La foto es de www.fanpop.com

5 comentarios:

  1. Querida Guivi,
    Gracias por esta objetiva reseña. Yo si leí AK en la universidad, y más encima hice una monografía comparándola con Madame Bovary. Obvio que Anna le gana a la protagonista de Flaubert, pero no es un personaje que inspire lástima. A pesar de haberla visto interpretada por actrices tan sublimes como Geta Garbo, Vivien Leigh, Sophie Marceau y Nicola Paget que hizo un trabajo estupendo en la versión de los 70’s de la BBC, no empatizo con ella. Entonces no creo que Keira pueda conmoverme mucho. El problema con Anna es el mismo que tengo con Irene de La saga de los Forsyth. No sé de qué se queja, y ambas son destructivas con sus amantes.
    Tienes que ver la versión Bean-Marceau, ese par tiene una mega química, y el vestuario es paralizante. Acabo de descubrir que existe una segunda versión que nunca vi de la BBC (2000) ¡y que reparto! Helene McCrory (la que me robó a Damian Lewis) es Anna. ¿Voy a creerme las lágrimas de Narcissa Malfoy? El papi de la Dama Blanca, Kevin McKidd es Vronsky, y Karenin es interpretado por Stephen “Stannis” Dillane. Ya esas son palabras mayores.

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    1. Ya voy encarpetando la versión del 1997, tendré que conseguirla! Y por supuesto, habrá que conseguir la de la BBC, aunque con don Dillane haciendo de Karenin, me parece que otra vez no la voy a entender a la pobre de Anita, jaja! Una pregunta: siempre le toca hacer de tipo serio y circunspecto, o tenemos posibilidad de verlo sonriente en alguna parte... le debe quedar de linda la sonrisa! ;)
      Yo no sé si tendré un tema con "las adúlteras", pero sí con las mujeres que en vez de hacer algo para modificar - salvar sus relaciones, prefieren tener una doble vida. Mujeres de ficción, se entiende, con la vida privada de cada quien no me meto, hay muchas cosas que llevan a la gente a obrar de determinada forma, muchos dolores que uno desconoce y con los que hay que ser compasivo. Pero en el cine... qué quieres, no me va cuando veo que el marido es un buen tipo, que tiene sus fallas pero que hace lo que está en sus manos por verla feliz, y ella no se apercibe. Me pasó por ejemplo con la versión de "The painted veil" que protagonizaban Naomi Watts y Edward Norton (otro muchachito de la Dama, jaja!). Yo me moría por ese médico, era un amor! Hacía todo lo que estaba en sus manos (al principio) para que ella fuera feliz, pero a ella no le alcanzaba con nada... Y para colmo era el antepasado de los "médicos sin fronteras"! Cómo no se daba cuenta esa mujer de la joyita que se había conseguido??? Me pasé media peli odiándola, hasta que hizo su evolución... ay, cómo lloré después...!
      Sabes, mi amiga también hizo la comparación con Mme Bovary... cosa de profes de Literatura, jaja! Esa sí la leí, cuando era adolescente y estaba buscando materiales sobre la vida cotidiana de la burguesía francesa de la segunda mitad del siglo XIX... porque se me había metido en la cabeza escribir una novela acerca de un supuesto romance ilegítimo que tuvo Julio Verne con una cantante lírica. La verdad es que esa Emma era simplemente in - su - fri - ble... Ya, el marido era menos interesante que una patata hervida, pero ella no se quedaba atrás...

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    2. Hay un filme precioso y súper romántico de Stephen D. y Sophie Marceau. Se llama Firelight (A la luz del fuego) y ahí sonríe...un par de veces. En la ficción suelo tener un doble estándar y no me gustan las casadas infieles, a menos que de veras crea que sus matrimonios son infernales (ej. Madame de Renal en Rojo y Negro de Stendhal o Cristina en Monte Oriol de Maupassant). A mi también me pasó eso con The Painted Veil y quise tanto que le dieran un final feliz.
      La literatura decimonónica (con lo difícil que era conseguir el divorcio) es un mosaico de adulteras, pero Madame Bovary es la peor, además es mala madre.

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  2. No lo puedo creer!!!!
    Sean? Es que acaso tengo que dudarlo? Dios santo, como conseguiré la peli que ya es vetusta en internet??? Y por ahí hay una de Voreno?
    (desmayo, como dice Ana).
    Lo de los chicos guapos que te llegan... pues Sean no me parece un cara bonita, por ejemplo, pero si me parece muy atractivo, tiene un no se qué, miau.
    Hay muchos actores que no son precisamente una belleza, pero me gustan, como Edward Norton, Paul Bettany, Adrien Brody, pero cuando se es buen actor se puede fingir que se es guapo, toda es cosa de actitud. Me molestan esos actores que tienen cara plastica, parecen congelados en la veintiunica expresión de "soy muy guapo, jojojo", y solo sirven para una propaganda de revista.
    No he leído ni Madame Bovary ni Anna Karennina, porque ese tipo de historias de amor no me va. Conozco las historias, y ese es el problema. Detesto a Emma, en su búsqueda de escapar de la mediocridad de su entorno, tengo la impresión de que lo único mediocre allí era ella. Pero aun no me he atrevido a leer el libro para probar mi teoría jaja. Digo yo, si se aburren tanto... podrían, ademas de tener un amante, meterse en política o algo así, digo yo(estoy bromeando, estoy bromeando).
    La Keira no me estira para nada, ahora que estoy leyendo "Orgullo y Prejuicio", me gusta menos su actuacion de Lizzi.

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    1. Es tal cual lo dices, una cuestión de actitud! Porque, si es por estética, cada uno tiene sus gustos. Pero cuando el actor no le pone la garra necesaria a lo que está haciendo... ahí se acabó la magia. Yo no creo que pase por ser un "lindo", de hecho no me engancho casi nunca con los que la gente en general piensa/dice que lo son (cuando leí la descripción de Jaime al principio de Juego de Tronos, me había parecido precisamente el típico lindillo, razón de más para que no me interesara... pero gracias al Cielo me equivoqué, jajaja!). La gracia pasa por cuán convincente sea en su papel. Y, en eso también coincido, un buen actor puede convencernos de que es precioso aunque en el fondo sea "del montón". Los "caraplasti mira qué buenazo que estoy", en general, son tan artificiosos que terminan siendo poco creíbles. A este muchacho, el que hizo de Vronsky, no solo lo mató la tintura del cabello sino que en ningún momento se creyó que él era el tipo ganador que, se supone, estaba interpretando. Será una dirección mediocre? La verdad, no sé.
      Igual, a mí para ese papel me hubiera gustado Konstantin Khabensky, ya que estamos hablando de rusos, jeje... ahí va foto:
      http://3.bp.blogspot.com/_QzqmUTTjhgY/TQhLMYznxzI/AAAAAAAAMbU/JMB2wQkMcgY/s1600/konstantin_khabensky15.jpg
      Verás que es un muchachito cualquiera... pero hay que verlo actuar, a mí me ponía los pelos de punta...!

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