domingo, 10 de marzo de 2013

Este no es el Jaime que te alcanzaba un juguito...


En mi país, cuando alguien habla de un “Jaime”, inmediatamente solemos pensar en uno de estos dos famosos personajes:

1) El niño protagonista de una serie de chistes picarescos, muchas veces subidos de tono. Clásicos cuentos que comienzan con frases del estilo “Va Jaimito y le dice a la maestra…” (o a su mamá, o al conductor del autobús, etc.)


La imagen pertenece a www.chistescortosbuenos.es
 
2) Un mayordomo muy british style que le servía el jugo de frutas a un insoportable “nene bien”, en una conocida publicidad de televisión, ante el reclamo de “Jaime, el niño tiene sed y no hay naranjas…”


Raramente pensamos en un caballero de gallarda estampa y armadura dorada, con melena leonina, sonrisa altiva y de réplicas tan mordaces como certeras. Raramente… hasta hace un tiempo. Hasta que comenzó a difundirse por estos lares Canción de Hielo y Fuego, la mega saga fantástico – política ambientada en un mundo medieval, que le debemos al ingenio de George R. R. Martin. Más todavía cuando esa cautivante historia llegó a la pantalla chica en el formato de Juego de Tronos, serie perteneciente a la emisora HBO. A partir de allí, en el mundillo bastante friki de los fans de este tipo de literatura, cuando alguien nombra a Jaime, no hay duda: se refiere a Jaime Lannister.
(Esta imagen está tomada de http://suvudu.com. Si alguien sabe quién es el autor, por favor, avíseme...)

Para los que conocen el paño, no hace falta que se los presente. Para los que no, sólo un breve comentario de cómo es el personaje con el cual uno se encuentra a inicios de la historia. Hijo mayor de Tywin Lannister, uno de los más poderosos y sin duda el más acaudalado de los señores de Poniente. Miembro desde los quince años de la Guardia Real, cuerpo de élite que protege al soberano y su familia. Hermano mellizo de la reina Cersei, esposa del rey Robert Baratheon. Con reputación de guerrero excepcional y, por si fuera poco, considerado uno de los hombres más apuestos del reino. Una joyita. Pero no me crean a mí, lean la historia y tengan su encuentro personal con el muchacho.

Y, hablando del tema, mi propio encuentro con Jaime no pudo comenzar peor. Decir que empezamos con la pata izquierda es quedarse cortísimos. Simple, lo detesté a primera vista. No tenía que ver con la descripción física: está bien que los rubios no me van, pero un poco de cabello dorado no ameritaba semejante inquina. Tampoco pesó gran cosa el hecho que fuera un deslenguado, un jetón diríamos en Argentina, que no sabía cuándo quedarse callado y que cada vez que abría la boca provocaba una masacre egocéntrica. Eso, incluso, le daba cierto gancho, cierta gracia.

A otros puede haberles molestado que fuera un magnicida: en medio de la rebelión que coronó al rey Robert, Jaime se había encargado de asesinar a Aerys II,  conocido como “el loco”, último y peligroso monarca de la dinastía anterior, la de los Targaryen. Para mí, el hecho que se hubiera cargado a un tirano era un dato menor o, teniendo en cuenta las barrabasadas que se había mandado (y las que planeaba mandarse en el corto plazo) el susodicho Aerys, que alguien hubiera tenido el detalle de quitarlo de en medio era de lo más esperable y adecuado. No perdamos la perspectiva, estamos hablando de fantasías políticas… y el tema del regicido merecería comentario aparte. En fin, mi asunto con Jaime no tenía nada que ver con este difunto.

Y aunque no me parecía “correcto”, mi inquina tampoco venía dada por el hecho que fuera el amante… de su propia hermana. Menudo muchachito, llevándose bajo las sábanas a quien no solamente era su reina, sino su gemela. Pero con las cosas que hacen dos adultos de mutuo acuerdo y cuando están solos, si no involucran a terceros que no quieran saber de ello, no me meto. “Cada cual hace de su vida una cacerola, y de su trasero una flor”, decía mi madre…

No, mi problema con Jaimito era algo que había hecho, al principio de la historia, para mantener en secreto sus relaciones incestuosas. Había defenestrado, con clara intención de matarlo, al nene más hermoso y dulce que una pueda imaginarse: Bran Stark, uno de los hijos de Lord Eddard de Invernalia, el mejor amigo del rey Robert. El único crimen del pobre de Bran era haber mirado por una ventana indiscreta mientras los gemelos se divertían. Para acallar cualquier posible rumor, nuestro caballero de la guardia real lo había empujado por dicha ventana, mientras declaraba: “Las cosas que hago por amor…” Uff, si cada vez que me acuerdo lo detesto como el primer día, al muy cabrón.
¿Habrá alguna relación entre el hecho que, en la serie, el bombonazo de Nikolaj Coster - Waldau sea quien encarne a Jaime, y el que se ganara mi indulgencia plenaria? La foto está tomada de http://4.bp.blogspot.com

Y me dediqué a odiarlo concienzudamente durante todo Juego de Tronos (el primer libro) y todo Choque de Reyes (el segundo).  Pero, a partir del tercer volumen, Tormenta de Espadas, comenzaron a “pasarme cosas”. Llegado un punto del cuarto tomo, Festín de Cuervos, tuve que enfrentarme con la innegable verdad: me había enamorado perdidamente del muy hijo de su madre.

Y si no has leído la saga, pero tienes intenciones de hacerlo, o sólo has visto la serie hasta la segunda temporada, o leído hasta Choque de Reyes, este es el momento en el que te recomiendo no continuar con esta entrada, porque es puro spoiler. He dicho, quedas advertido/a.

Sucede que, a partir de Tormenta…, Martin nos hace conocer el punto de vista de Jaime Lannister acerca de lo que viene ocurriendo en la historia. Y ahí la cosa cambia. Porque empezamos a ver a un tipo tensionado entre lo que él hubiera querido ser, y el camino por el cual las circunstancias lo fueron llevando. Un hombre educado para responder a su familia, para vivir de acuerdo con un canon que lo instaba a considerarse superior al resto de los mortales, pero que en el fondo parece querer otra cosa. Detrás de la máscara de suficiencia, detrás de tanta apostura y de tanta pose, se escondía un muchacho que hubiera querido ser el caballero ideal, pero había terminado siendo manejado por su padre y por su hermana. El héroe solar se había transformado en el Matarreyes.

No me malinterpreten, Jaime no es ningún pelele. Precisamente, creo que todo su drama tiene que ver con el intento que hace, a partir del momento crítico en que pierde la mano de la espada, por ser fiel a sí mismo, por recuperar la senda que, aparentemente, había querido seguir desde que había sido consagrado miembro de la guardia real. Vamos descubriendo, a medida que se teje la historia, su gran admiración por los ídolos de la caballería de su tiempo, junto a los cuales había servido: Ser Arthur Dayne y Ser Barristan Selmy. Esto nos permite darnos cuenta, entonces, de la tensión en la cual ha tenido que vivir, presionado por su padre para actuar de acuerdo con los intereses de su Casa (aunque ello significase, en algún momento, ser desleal al propio rey, fuera Aerys o Robert, o a circunstanciales aliados), muchas veces en flagrante contravención del ideal de vida que Jaime pretendía llevar al principio de su carrera militar.

Con el correr de los capítulos, vamos desentrañando su historia, su drama y sus penas. Nos enteramos del menosprecio de su padre, de las manipulaciones de su hermana, de la minusvaloración a la cual lo sometía el rey Aerys. Vemos cómo sus sueños de grandeza y heroísmo se desvanecieron brutalmente. Sabemos que fue testigo de los crímenes abyectos de ese rey demente, y que debió mantenerse impasible y al margen cuando hubiera deseado intervenir, simplemente porque, como escudo juramentado, no podía cuestionar lo que su soberano ordenaba. Conocemos su rebelión interna frente a los abusos que Aerys hacía sufrir a su esposa. Finalmente, entendemos por qué, en el momento culminante de la guerra contra el rey loco, fue precisamente él quien hundió su espada (la espada que, se supone, debía defenderlo) en el cuerpo del tirano. Hermoso Jaime, cómo no ibas a tener mi compasión: creías que iban a agradecerte por matarlo, por salvar así de un final horrible a toda la población de la capital; en cambio, sólo ganaste el mote de Matarreyes, ese apodo que tanto te afanas en ocultar lo mucho que te hiere…

Hay dos elementos que salvan a Jaime de la caída irremisible a la cual parece condenado desde el principio. Uno es la mutilación que sufre a manos de esa banda de mercenarios indeseables, la “Compañía Audaz”, quienes le cortan la mano derecha, situación que supuestamente debería poner fin a su carrera de armas. Por más contradictorio que parezca, opino (y creo que muchos coinciden en esto) que ese infortunio marca el punto de inflexión a partir del cual comienza su nueva vida. Lo obliga a replantearse qué quiere hacer y quién quiere ser. Como una suerte de justicia poética, lo empareja con la víctima de su crimen más horrible, el único que no le puedo perdonar: así como para Bran Stark, el hecho de quedar tullido a causa de la caída que Jaime le inflige lo impulsa a tomar un camino de vida totalmente distinto (y, estoy segura, mucho más importante) que aquel que hubiera elegido si las cosas hubiesen sido otras, quedarse manco conmina al León de Lannister a hacerse cargo de su situación, a poner en la balanza su pasado y sus expectativas, y así replantearse el camino recorrido y trazar un plan a seguir. Las cuentas empiezan a saldarse. Tiene la oportunidad de volver a empezar.

Y decide que no va a ser “el hombre que se espera que sea”, sino el caballero en el cual, en el fondo, nunca había dejado de querer convertirse. Ahí muestra su valor. Ahí vemos de qué madera está hecho. Esa es, precisamente, la causa que me llevó a pensar, a mitad de Festín… “Ya está, Jaime, basta, te perdono… a partir de ahora sueño con vos”.

Y aquí cuadra, precisamente, el otro elemento capital en la salvación del León Dorado. Y ese elemento, como no cabía otra posibilidad, es femenino. Es una guerrera. Es alta, es rubia, es valiente, leal, y una lista eterna de calificativos positivos que me llevan a olvidarme permanentemente de su –supuesta- fealdad física. Sí, señores. El otro elemento fundamental en la redención de Jaime Lannister es Brienne, la doncella de Tarth.


Nuestro muchacho descubre que el espíritu de la caballería no ha muerto ni se ha exiliado, sino que ha reencarnado en esta mujer que el destino ha llevado a ser su carcelera – custodia – ángel de la guarda – jueza – confesora , todo al mismo tiempo y no necesariamente en ese orden. Brienne va a ganarse su respeto y, poco a poco, también su admiración más profunda. Ella moviliza en su interior todos las cuerdas que van a volver a ponerlo de pié, a pesar de los infortunios en que ambos se verán envueltos. Por ella es ingenioso, cuando trama ardides para evitar que los bandidos la desfloren a la fuerza. Por ella es abnegado, cuando regresa a rescatarla poniendo en peligro su propia seguridad, aunque nada (salvo el honor… que está recuperando) lo obligaba a volver sobre sus pasos. Es valiente, casi diría que hasta la estupidez, cuando salta desarmado y manco al foso del oso, con tal de defenderla. Es honorable, cuando la envía a buscar a las niñas Stark, en cumplimiento de los compromisos asumidos. Y es galante, cuando por defender el buen nombre de la dama golpea al mal caballero que osaba burlarse de ella. Poco a poco vamos encontrándonos con un Jaime al cual le interesan la justicia y la pacificación del reino, y eso, a mi modo de ver, es por lo menos en parte obra de la Doncella.

Qué pasa entre ellos es tema de mucha especulación y de enardecido debate. Como ustedes se imaginarán, yo me encolumno en el bando de los que piensan que aquí hay amor. Para mí, las pruebas están a la vista. Allí hay respeto, hay admiración, pero hay mucho más también. Cuando el fuego entre estos dos se desate (y espero que Martin no nos haga una jugarreta…) será mayor que el incendio del Aguasnegras. Pero eso sería tema para otro comentario.

Lo que fascina de Jaime, en definitiva, es la complejidad del personaje, su riqueza, el viaje de descubrimiento de su propia identidad que va realizando a lo largo de la historia. Lo que me pudo de él, entonces, fue ese valor de asumirse como es, y de lanzarse a la forja de su propio yo. La determinación de convertirse en lo que siempre quiso ser. Ese es su mensaje. Y es un verdadero placer haberlo conocido.

16 comentarios:

  1. Pregunta de fan despistada. ¿De qué color tiene los ojos Nik? Porque aunque claros, a veces se le ven oscuros. Yo debo confesar que no me leí Tormenta hasta junio del año pasado, y que mis sentimientos por el Matarreyes cambiaron gracias al capitulo “Un hombre sin honor”, mas puntualmente a causa de ese fantástico discurso (salpicado de pullas a La Doncella de Tarth) que le endilga a Catelyn Stark. Sobre todo cuando escupe esas palabras mágicas sobre Jon Snow y ese “That Poor Old Dead Ned had fucked another woman!” En ese momento sus ojos (rasgados los que usualmente no destacan) se abrieron como dos gemas refulgentes, parecían de un esmeralda Scarlett O ‘Hará o de un azul zafiro de Tarth, y ahí me perdí completamente. Luego me leí Tormenta y buahh, llantina que mojó todas las páginas, pero honestamente, no creo que ningún otro actor me hubiese estremecido las hormonas de esa manera. Es innegable que Martin se ha superado a si mismo en su creación de Jaime (nombre de chofer) Lannister, pero la actuación de NCW es soberbia y no hallo las horas de verlo interpreta a Jaime en su mejor momento.

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    1. A veces un azul extraño, a veces tirando a verde - gris? Sabes que nunca se los he podido definir del todo? Por aquí solemos llamarle "ojos color del tiempo", depende con qué luz los mires es el tono que les ves... pero como sea, son fascinantes, eso no hay duda.
      Y si, a estas alturas me sería imposible separar al Jaime del libro de la imagen que le ha construido don Nico... sí, vamos todavía, queremos verlo redimir al muchacho!
      Gracias por el comentario! Un abrazo!

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    2. Ojos de león, tan divino, tan divino. No, ya no se pueden separar Nik del Matarreyes. Gracias por el blog, ya lo añadí a mi lista de Reinos Preferidos. Pero agrégale una lista de seguidores.

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    3. Ahora dieron ese capítulo en HBO, aunque la escena en la que mata a Alton no me termina de convencer. Pero ese diálogo con Cat es soberbioo.
      A partir de ahora en HBO puro Jaime y Brienne :D

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    4. Ok, vamos con la lista de seguidores. Todavía estoy aprendiendo cómo se usan estos chismes, jeje...

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  2. Buen artículo (suspiro) Yo también me terminé de enamorar de Jaime cuando leí Festín, además de todo lo mostrado en Tormenta me encantó verlo en su rol de lord comandante, en su trato con sus escuderos, sus conversaciones con Ilyn Payne ( de hecho, ahora me encanta también ese personaje), cuando ayuda a Pía y le dice a su escudero que tiene que ser galante con ella, por supuesto las veces que recuerda a la moza, cuando la defiende y también en sus labores diplomáticas (a pesar de que haya amenazado a Edmure con arrobar a su bebé por la catapulta) ¿qué tiene Jaime con los niños digo yo? xD
    Sus POV para mí fueron lo mejor de Festín :)

    Yo también me he fijado en los ojos de Nik, en Mama también me intenté fijar pero no los puedo distinguir.
    Aprovecho de sacar otro tema: ¿Ustedes le llaman Jaime en español o "Yeimi" como suena en inglés?

    Saludos y Guivi anímate a seguir escribiendo, ahora me voy a leer el post de los fanatismos ;)

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    1. Eso que le suelta a Edmure acerca de mandarle el hijito vía aérea es uno de sus patéticos intentos de "ser el hijo que quería mi papá", me parece, y espero que sea de los últimos. Yo le puse mis fichas a que se decidía a ser auténticamente él, no el Lannister que le marcaba su papi... igual, no te voy a negar que la amenaza fue determinante, y de hecho salvó muchas vidas con ella... habría que ver si se hubiera animado a cumplirla, estaba hasta el cuello de juramentos cruzados. Bah, es la historia de su vida, esto de no poder mantener todos los votos porque son contradictorios...
      Yo amo Festín, simplemente porque hay mucho Jaime y Brienne en ese libro, jaja!
      Uff, cómo le llamo... pues como me sale en el momento. Lo de "Yeimi" está bueno para mí, porque sigo identificando a Jaime con el mayordomo del juguito, jajaja! Y no lo veo llevándole el juguito, por ejemplo, al imbécil de Joffrey... a ese se lo vuelca en la cabeza, y yo estaría atrás del trono aplaudiéndolo muerta de risa.
      Gracias por el comentario! Ya estoy preparando otras entradas, pero soy un desastre con el tema de combinar inspiración y tiempo material. Cuando tengo tiempo, no se me ocurre nada. Cuando estoy tapada de trabajo, me llueven las ideas.

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    2. Yo le digo "Yeimi" y por mucho tiempo lo escribí a la inglesa "Jamie". Eso del nene Tully es otra manifestación del lado oscuro del Matarreyes. Es incapaz de sentir ternura por un niño. Puede sentir ternura por gigantas dientonas, cantineras desdentadas, y hermanos muy bajitos, pero los niños lo exasperan. Grave, muy grave.

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    3. A mí me da esperanzas la escena en que saca a Tommen del funeral de Tywin. Estuvo muy bien ahí, lástima que la hermana desalmada tuvo que ir a interrumpir el único momento paterno - infantil que tiene este muchacho en todo el libro... ojalá le den la oportunidad de hacer las cosas bien con los niñitos, en el futuro (guiña un ojo y se imagina un leoncito en la Isla Zafiro...)

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  3. Guivi, ya te incluí en mi blog, pero como te sigo????
    Para mi fue difícil tomar en serio a Jaime, incluso como villano, porque para mí todo lo eclipsaba Ned, jaja. Si es por las lineas argumentales, Jon Snow tenía una buena historia y Kit no parecía tan...tan...baboso. Y si era por elegir a sex-simbol, excuse mua, pero El Khal toda la vida. Salvaje, grandote, con esa mirada diabólica, y con esa onda Gengis-Atila-nativo americano-honorcoletadechinoydemasyerba.
    Nick ganó para mi muchos puntos con esa barba y todo zarrapastroso, sí señor. Pero eso es cosa de estética o de calentura, como quieran, jiji.
    Ahora, en apariencia, el Matarreyes del libro no me gusta, yo lo visualizo tan estirado, que me da lata solo imaginármelo formalmente. Ademas, mayor esfuerzo, imaginándomelo igual a Cersei. Creo que cuando despertó interés en mí, fue en la descripción de "la bestia amarilla", ahí me impresionó. Y luego de "Festín", me gusta la idea de un Jaime envejecido, se me hace mas real.
    No es que Nick no me llamara la atención, también soy humana, pero esa caracterización de Príncipe Encantador me hizo entornar los ojos, aburrida.
    Y la clave está en lo que dice. Cuando empiezo a notar sus diálogos en la serie...mmm, ya me olió a que al muchacho no lo tenían solo para pavonearse en su armadura y lanzar niños por la ventana.
    El detonante: el discurso a Catelyn. Machacó a mi Ned, hijoesumadre. Pero cuando soltó la cosa esa de la fidelidad... me dije donde está "Tormenta de espadas", tengo que saber lo que va a pasar. Malo? Mis polainas. Si no fuera por esto, yo no querría tanto a la Bri.
    Lo de lanzar a Bran es su REAL pecado, lo del Rey se justifica, lo del incesto, pues me encojo de hombros, hay que tenerlas bien puestas para atreverse. Pero Martin mismo quiere que olvidemos el suceso, el cuervo le dice a Bran que lo que pasó no importa. Aunque lo de Matarreyes lo repite una y otra vez, para que se nos quede adherido a la memoria.
    Solo por intentar salvar a Brienne del ultraje se lleva un nueve. Salvarla de la muerte un DIEZ.

    Ana, yo le digo Jaime, pero, se me pega un poco lo de Yeimi cuando veo los capítulos subtitulados. De hecho, al principio me extrañó eso de que tuviera un nombre tan latino, jaja. Me descolocó, porque con tanta producción anglosajona uno se acostumbra a las pronunciaciones mas extrañas.

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    1. Ah, bueno, Dama, pero si el Khal es realmente un machazo, jajaja! Como para no mirarlo un rato largo... y además, es morocho!!!! yupi!!! Me encantan los morochos, si vamos en plan estético.
      No me llaman la atención los rubios. Este chico es una flagrante excepción. Me acuerdo que, al leer Juego de Tronos, llegaba a las descripciones de Jaime y pensaba "ufffff... otro carita linda..." Había decidido no mirar la serie hasta no leer el libro, pero hice trampa porque quería saber quién era quién, a qué artistas se habían elegido para cada rol. Al principio no le di mucha bolilla. "Qué apellido raro!" ese fue mi comentario... Es más, el parecido con Encantador era lo que me resultaba más llamativo; de hecho, estaba en plena lectura cuando acompañé a mi nena a una fiesta, y se representó una parodia de Shreck. Cuando entró la muchacha que se había disfrazado de Encantador, yo me empecé a reir como la loca que soy, pensado: "oia, miralo a Jaime Lannister!" Jodido arrojador de nenes por ventanas altas, vete de aquí, ese era mi sentimiento.
      Pero me empezaron a pasar cosas raras. La primera fue durante la conversación que tiene con Jory Cassel, cuando está de guardia escuchando la parranda del cuñado. En ese momento tuve mis cinco segundos de "oh, pobre Jaime...", pero fueron eso, segundos, y se me pasó. Sumale que al poquito tiempo le entierra un puñal en el ojo, justamente al buenazo de Jory (aún lloro por él, snif... otro morocho que perdimos...), ya está, la volvió a embromar. Pero, ilusa de mí, desde ese momento debería haber sabido que estaba perdida...
      Vamos, que Jaime me gusta mucho más allá del hecho que lo haya interpretado Nick. Me hubiera encantado aún si sólo hubiera leído el libro (aunque en ese caso Jon Snow hubiera sido para él una competencia realmente seria). Lo que pasa es que a don Nico le ha cuadrado tan superlativamente bien, que ahora no hay manera que pueda yo disociarlos. Y, hablando de Snow, para mí ahí le erraron con el artista. Sí, muy bonito el Kit este, te lo admito, pero hmmmm... no sé, no me cierra. Tal vez porque en mi cabeza lo veía más bien estilo Ioan Gruffudd en "The examination for lieutenant", de la saga Hornblower (ya habrá post sobre el particular, don Ioan es el morocho que le pelea la punta al Nick en mi salón de la fama, jajaja!)
      Gracias por el comentario, Dama! Voy a ver si resuelvo el problema técnico. Le puse por ahí un gadget que decía "seguir", pero no sé si funciona...

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    2. Nooo, malvada. Ioann ("The Welsh Wizard como le dice su amigo Damian Lewis) G. noooo lo amo. ¿Viste Solomon y Gaenor? Si nos ponemos a hablar de hombres lindos ya este foro se va a volver el burdel de las Reinas.

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    3. Ay, sí, Solomon y Gaenor! Calma, que voy a entrar en shock, jajaja! Qué película tan triste, cómo me hizo llorar. Y él está tan pero tan liiiiiindoooooo! Bueno, en realidad esta lindo en todo lo que hizo, inclusive en esas dos tonterías de Los cuatro fantásticos que, en fin, deben ser porque de algo hay que vivir, no?
      Y en la Saga de los Forsyte????? Ah, madre mía... tengo por ahí el link de un videíto que se mandó una amiga, sobre el personaje del arquitecto y su relación con Irene... es como para que el ordenador se prenda fuego, jajaja! Ya lo voy a buscar. Pero de momento mejor me calmo, ahora ya me entiendes cuando hablo de "morochos de rara belleza"...

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    4. Bueno, como comprenderas yo era hincha de Soames asi que el pobre arquitecto me tenía las tripas revueltas Y que mal se portó con June! Pero que IG se veía lindo fue innegable y que muerte tan triste.

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    5. Ese arquitecto era una porquería, el mismo Ioan decía que no le gustaba el personaje. Después de mi experiencia con arquitectos que presupuestan una cosa, hacen la mitad y pretenden cobrar el doble, lo entiendo mejor a Soames...
      Igual con una amiga anduvimos varios días lamentándonos esa muerte, y echándole la culpa a la niebla londinense...

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    6. La niebla e Irene. Qué mosca muerta más peligrosa! Destruyó a dos hombres con esa carita de víctima

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